Ilusiones ópticas y la teoría del punto ciego

¿Alguna vez has oído hablar del punto ciego? Es una zona del nuestros ojos que no procesa la información visual que percibimos. Entonces, ¿Cómo es que no vemos continuamente huecos vacíos de información visual? En este artículo te lo desvelamos. ¿Quieres descubrir tu punto ciego? ¡Continúa leyendo!

Ilusiones ópticas y la teoría del punto ciego

¿Qué es el punto ciego?

Habitualmente pensamos que la naturaleza es sabia y rara vez comete errores. El punto ciego es probablemente uno de esos pequeños errores de ingeniería que se da en la visión humana. Una zona de nuestra retina en la que no existen células sensibles a la luz. ¿Esto qué significa? Que aunque miremos, siempre existe delante de nosotros una parte del espacio que no vemos. Un pequeño agujero en nuestra visión. Lo realmente sorprendente es que no somos conscientes de su existencia.

Y es que, aunque la naturaleza comete errores, sabe salvarlos con gran eficacia. Porque nuestro cerebro es capaz de rellenar (de inventarse) la información visual que le falta sin que nos demos cuenta. No todos los animales tienen este punto ciego, por ejemplo los calamares y las sepias, que tienen un ojo muy similar al nuestro, carecen, sin embargo, de esta zona ciega.

La retina es una zona del ojo compuesta por unos receptores llamados conos y bastones que recibe la información visual. Esa información es emitida al cerebro mediante el nervio óptico. La zona en la que la retina se transforma en nervio óptico, que no tiene ninguno de los receptores que hemos mencionado, se denomina punto ciego. Al no tener ningún fotorreceptor es ciega a la estimulación visual. Podemos decir que tenemos ceguera funcional en esa pequeña área.

Si en esta zona no recibimos información visual, ¿cómo es que tenemos la percepción de verlo todo completo? Este fenómeno se corrige por dos vías. Por un lado, si miramos con un solo ojo nuestro cerebro “rellena” esos huecos de información por el estímulo más probable y por otro, cada ojo es capaz de completar la información visual que al otro le falta.

¿Dónde se sitúa el punto ciego anatómicamente?

Esta zona se sitúa a unos 15 grados del eje ocular (este eje sería si atravesáramos de forma recta el ojo con una aguja desde el centro de la pupila), hacia la derecha en el ojo derecho y hacia la izquierda en el ojo izquierdo.

El punto ciego es escurridizo, tenemos gran dificultad para percibirlo, algo curioso si tenemos en cuenta su tamaño, que se considera bastante grande. Para que os hagáis una idea es 10 veces mayor de lo que ocupa la luna en nuestra retina cuando la observamos por la noche.

¿Cómo encontramos el punto ciego? Ejercicios prácticos:

Todo el mundo tiene un punto ciego en cada ojo. Puedes comprobarlo fácilmente mediante estas ilusiones ópticas.

Tápate el ojo izquierdo con una mano, fija la mirada en la cruz de la izquierda y ve acercándote a la pantalla despacio. Cuando estés a unos 30 cm de esta, verás cómo el punto de la derecha desaparece.

En este caso nuestra mente lo tenía fácil para rellenar el espacio que ocupaba el punto, ya que el fondo es blanco. Pero si no es blanco, ¿lo podrá hacer igual de bien? Vamos a ponérselo más difícil.

Como puedes comprobar en la siguiente imagen aparece de nuevo la cruz a la izquierda y a la derecha hay una línea negra con una equis roja entre medias. En este caso el cerebro debe completar el hueco de la equis roja con la línea negra. ¿Será capaz? Sólo tienes que seguir los mismos pasos que en el ejemplo anterior.

Como puedes comprobar el cerebro ha rellenado el hueco que ha dejado la equis por línea negra, que era el estímulo más probable. Aunque el rellenado no lo ha hecho de forma uniforme sino con contornos blancos y negros.

En la siguiente imagen podemos suponer, entonces, que el cerebro rellenará la equis roja con fondo amarillo. ¡Compruébalo!

¿Se puede reducir el punto ciego?

Según un estudio de la Universidad de Queensland en Australia podemos reducir la ceguera funcional de esta zona con entrenamiento. Es decir, aunque no podemos reducir la zona física del punto ciego, sí podemos contrarrestar los efectos de este con la práctica.

Aunque no podemos crear sensibilidad en la zona del punto ciego sí podemos aumentar la sensibilidad en el área circundante, lo que nos llevaría a una reducción del 10% de la ceguera funcional. El entrenamiento se realizó en ambos ojos, ya que el entrenamiento de un ojo no se generalizaba al otro, sino que se mostraron independientes en el aprendizaje.

Estos hallazgos son importantes ya que el entrenamiento puede servir para reducir otros tipos de ceguera.

El punto ciego es otro ejemplo más de cómo el cerebro es capaz de rellenar la información visual que no está percibiendo con los estímulos más probables. De esta manera nos ayuda a que nuestra percepción sea lo más completa posible y no veamos huecos vacíos de información.