Cuando el dinero no lo es todo: Por qué el dinero no da la felicidad

¿Cuantas veces hemos escuchado que el dinero no lo es todo? Lo dice la sabiduría popular:»el dinero no da la felicidad» y esta afirmación la apoyan algunas investigaciones, ¿Pero acaso no resulta difícil de creer? Sería tan feliz con ese móvil último modelo, condiciendo ese cochazo, montada es ese despampanante yate, cenando en el restaurante más caro de la ciudad… Sin preocuparme de facturas, de madrugar para ir al trabajo… ¿Realmente el dinero no da la felicidad? ¿Las personas más ricas no son más felices? ¿Qué tiene la ciencia y la psicología que decir al respecto?

El dinero no es todo para alcanzar la felicidad

El dinero no es todo para alcanzar la felicidad

Con la frase El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia, el famoso director de cine, Woody Allen, dejaba entrever con ironía la creencia popular de que tener más dinero nos hace más felices. Pero, ¿es eso cierto?

Nos pasamos gran parte de nuestro tiempo escuchando frases sobre el dinero: ¿llegaré a fin de mes? ¿podré darles a mis hijos la educación que merecen? ¿podremos irnos de vacaciones este año?

Por supuesto, el dinero nos aporta ciertos beneficios innegables que son necesarios en el día a día, si no invirtiéramos parte de nuestro tiempo trabajando, no podríamos saciar nuestras necesidades más básicas: alimento, vivienda, salud.

¿Cuanto dinero necesito para ser feliz?

En el libro Optimismo Inteligente (2013), Aranda y Valverde cuentan cómo llevaron a cabo un estudio de la relación entre nivel de ingresos y satisfacción vital. Aunque podríamos esperar encontrar que el dinero da la felicidad y dicha relación fuera directamente proporcional (a más ingresos, mayor satisfacción), los autores encontraron que esto era verdad tan sólo hasta el punto en que los ingresos permitían cubrir las necesidades humanas. Cuando el dinero había hecho esa función, la satisfacción de los participantes no cambiaba incluso cuando los ingresos aumentaban.

¿Cómo es posible que la gente que puede permitirse mayores lujos no experimente una mayor satisfacción en su vida? Dunn, Gilbert y Wilson escribieron un artículo en el año 2011 en el cuál explicaban que una de las razones por las que el dinero no hace la felicidad podría ser que las personas no gastan el dinero de la manera adecuada. A continuación te ofrecemos algunos consejos para no caer en ese error.

El dinero no lo es todo: Consejos para ser un poquito más feliz

1- Compra experiencias, no cosas  

Son muchos los estudios que demuestran que usar el dinero para adquirir experiencias aumenta mucho más nuestra satisfacción personal que si lo usamos para adquirir bienes materiales. En una encuesta sobre qué hace más feliz, el 57% de los participantes afirmó que eran más felices tras adquirir una vivencia, en comparación con el 37% que prefería un producto.

Hay diferentes explicaciones para este hecho. La primera de ellas es que la capacidad de adaptación humana es muy rápida, de forma que la satisfacción obtenida con un objeto va a durar hasta que nos hayamos acostumbrado a él. ¿Por qué es diferente con las experiencias? Un coche va a ser el mismo el día que lo compremos que dos semanas después; sin embargo, las experiencias van cambiando dependiendo de muchos factores. Además las experiencias nos dan satisfacción en el momento en que las disfrutamos así como cuando nos acordamos de ellas, mientras que los objetos sólo nos ofrecen placer en el momento en que los usamos.

2. Invierte dinero en otros

La regla de oro budista es: «Debemos buscar para los demás la felicidad que         deseamos para nosotros mismos».

Un estudio demostró que aquellas personas que gastaban más dinero en otras personas (regalos para personas cercanas y donaciones a la caridad) eran más felices que aquellos que gastaban más dinero en ellos mismos (facturas y regalos). Esto ocurre incluso en diferentes culturas como son Canadá y Uganda.

¿Qué es lo que hace que en lugares tan distintos del mundo las personas sean más felices gastando dinero en otros? El motivo principal es que las relaciones sociales son esenciales para el ser humano, nos han ayudado a vivir durante millones de años y estamos programados para mejorarlas todo lo que podamos, y uno de los factores que tienen gran impacto en las relaciones sociales son el gasto que hacemos en ellas.

3. Valora las cosas pequeñas 

Han demostrado que la felicidad está más fuertemente asociada a la frecuencia que a la intensidad con la que lo sentimos. Por ejemplo, las personas que tienen una sola pareja son más felices que aquellas que tienen varias a lo largo de un año. ¿Por qué? Porque varias parejas conllevan satisfacción ocasional, mientras una pareja estable nos va a proporcionar experiencias positivas más frecuentes.

La rápida adaptación humana es de nuevo la culpable de que prefiramos frecuencia sobre intensidad: los pequeños placeres incluyen novedad, sorpresa, incertidumbre, y variabilidad, es decir, van cambiando.

Por tanto, en reflexiones sobre el dinero, tenemos que tener en cuenta que el dinero es limitado así que es mejor gastar en más cosas pequeñas que en una sola cosa grande.

4. No te centres en las «garantías»

Los consumidores valoran mucho las garantías y seguridad que le ofrecen los vendedores. Por ejemplo, siempre nos aseguramos de que podamos cambiar o devolver los productos que compramos «por si acaso». Esto se debe a que pensamos que perder algo nos va a afectar más negativamente de lo que luego nos afecta.

No obstante, el ser humano tiene la capacidad de evitar la culpa y el arrepentimiento, lo que se puede llamar «el sistema inmunológico psicológico». ¿Nunca os ha pasado que al coger un autobús justo en el último minuto pensamos «uf si lo hubiera perdido..» y, sin embargo, si lo perdemos, pensamos «lo habría cogido si el conductor hubiera salido a su hora»?

5. Olvida el «Disfruta ahora y paga después»  

Sistemas como las tarjetas de crédito ofrecen la posibilidad del consumo inmediato con post-pago. Sin embargo, esta estrategia conlleva el riesgo de que los usuarios sólo consideren los efectos a corto plazo y no tengan en cuenta las consecuencias a largo plazo (deudas o falta de ahorros). Además, elimina una de las respuestas a qué es la felicidad: la anticipación. Consumir una galleta nada más comprarla ofrece una satisfacción momentánea, pero el proceso de comprarla, esperar a llegar a casa y disfrutarla más tarde nos da la satisfacción de la anticipación además de la consumición. Pero no todo el mundo es capaz de esperar a una buena galleta de chocolate ¿verdad? Solemos pensar que la satisfacción futura será menor que la presente, por lo tanto, ¿para qué esperar?

Esa espera también ofrece otros beneficios como reconsiderar nuestras elecciones. En un estudio, la gente que tenía que elegir entre comer un plátano o una barrita de chocolate hacía su elección dependiendo de cuándo se lo iban a comer: si se lo comían en ese mismo momento, elegían la barrita de chocolate; si se lo tenían que comer la semana siguiente, pensaban que en el futuro no disfrutarían tanto la opción más apetecible y, por tanto, escogían el plátano (considerando también los beneficios en la salud).

6. Piensa en lo que no has tenido en cuenta

Tendemos a pensar en las experiencias futuras de manera menos concreta que aquellas más cercanas en el tiempo. Por ejemplo, el 89% de los participantes en un estudio en Canadá pensaban que una cabaña para el verano siguiente sería un buen plan para pasar con la familia. Pero no tenían en cuenta detalles como los ronquidos de la tía o lo difícil de ponerse de acuerdo para la cena con veganos y celíacos, es decir, no tenían en cuenta pequeños detalles que podrían interferir en la felicidad que esa experiencia puede aportar.

Por tanto, no idealices los planes futuros por estar alejados en el tiempo, por el contrario, intentar pensar en cómo hacerlos mejores.

7. ¿Compra comparativa?

Están de moda las webs que te ofrece la comparación de productos, precios, calidad, etc. Pero ¿qué ocurre cuando nos ponemos a comparar artículos para encontrar la mejor de las opciones: la más barata, la más bonita, la más cómoda? En estos casos, el dinero no da la felicidad. Las comparaciones nos hacen desviar la atención de aquellos detalles que de verdad estamos buscando y fijarnos en las características que les faltan y otras opciones ofrecen.

Un estudio con alumnos de Harvard a la hora de elegir dónde vivir el primer año de universidad demostró que tenían más en cuenta las características físicas como la localización que las características más sociales como la relación con los compañeros de piso. Sin embargo, al preguntarles antes de entrar en la lotería, aseguraban que un buen ambiente de comunidad sería más importante que cosas como el tamaño de la casa. Se produce la sobre-estimación de detalles que realmente influirían menos en la felicidad, mientras se dejan atrás aquellas cosas realmente significativas.

Por tanto, a la hora de contestar ¿el dinero no lo es todo? no hay una respuesta rotunda sin un pero detrás. El dinero nos ofrece la posibilidad de cubrir las necesidades más básicas humanas. Por ejemplo, según Aranda y Valverde (2013), la relación entre aspectos materiales y bienestar personal es mayor en los países pobres que en los más desarrollados.

Tenemos que ser cuidadosos una vez que superamos esos niveles básicos de confort para saber hacer la elección de dónde gastar nuestro dinero. ¿Merece la pena pasar horas y horas al día trabajando para ganar un dinero que no vamos a disfrutar? La mayoría de nosotros contestaría un gran NO a esta pregunta. Por tanto, hay que tener en cuenta algunos hechos encontrados sobre la felicidad humana y cómo alcanzarla.