Mejorar el Rendimiento Académico: Cuando el estudio no basta
Da igual la edad que tengamos. Cuando oímos la palabra “examen”, un escalofrío recorre nuestra espalda. Ya sea por los exámenes del colegio, de la universidad o las valoraciones en el trabajo. A las personas no nos gusta demasiado sentirnos evaluados. Es cierto que, mientras hay personas que no tienen problemas para sacar buenas notas, hay otras personas que no consiguen tener un buen rendimiento, sin importar el esfuerzo que hagan. Lo que pasa es que a veces no se trata de tener tres profesores particulares, de dedicarle una infinidad de horas al estudio o de plantarse en una sesión de espiritismo. Algunas veces para mejorar el rendimiento académico es preciso estimular nuestro cerebro para mejorar las capacidades y conseguir que, al fin, el tiempo y esfuerzo dedicados al estudio den sus frutos.
¿Qué es el rendimiento académico?
El rendimiento académico sería el desempeño de un alumno dado en el conjunto de asignaturas que debe superar o competencias que debe adquirir. Unas buenas puntuaciones implicarían que el estudiante ha adquirido todos los conocimientos y habilidades de cada una de las asignaturas. No obstante, el rendimiento académico también puede ser malo, si la mayoría de las puntuaciones son bajas; o irregular, teniendo buenas puntuaciones en algunas materias y puntuaciones malas en otras. Tanto en el colegio como en la universidad, no es nada raro que el patrón de calificaciones sea más semejante al irregular que al bueno o al malo. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué hace que seamos mejores en unas asignaturas que en otras?
¿Qué factores están implicados en un buen rendimiento académico?
Si te preguntas por qué tu hijo o hija tiene mejor rendimiento escolar en plástica o música en lugar de matemáticas o la asignatura de ciencias, has de saber que no hay una única explicación. Debemos tener en cuenta diferentes aspectos, como el método de calificación por el cual se evalúa el rendimiento académico, su estado psicológico (la motivación, las expectativas y su autoconcepto) y la capacidad cognitiva de la persona (el desarrollo del cerebro y las diferencias entre las distintas funciones).
- Es importante tener en cuenta cómo se mide el rendimiento escolar, ya que la evaluación no es la misma en matemáticas (si el resultado de dos más dos no es cuatro, mal lo va a tener el alumno por mucho que el profesor valore su esfuerzo) que en plástica (el profesor tiene más libertad para subir o bajar la nota por criterios subjetivos). Que su esfuerzo se vea recompensado en las notas puede influir, además, en el siguiente factor.
- La forma en la que se enfrenta al reto del estudio es crucial para los resultados. Un buen estado psicológico puede favorecer el rendimiento académico. Por ejemplo, un niño que sufre bullying en el colegio o que lo pasa mal por el divorcio de sus padres, probablemente no se enfoque al estudio todo lo que debería, desembocando en malas calificaciones. En cambio, un niño que esté motivado a sacar buenas notas y que tenga una buena resistencia a la frustración adoptará mejores estrategias y hábitos de estudio. El auto-concepto también tiene un importante papel. Si el niño piensa que no es capaz y que va a suspender, es más probable que abandone el estudio (“total, ¿para qué?”), y que, por tanto, termine suspendiendo. Esto es lo que se conoce como “profecía auto-cumplida”. Al pensar que el aprobado está fuera de su alcance, que no depende de él el sacar buenas o malas notas, deja de intentarlo y, en consecuencia, termina haciéndose realidad la predicción pesimista.
- En muchas ocasiones, la capacidad cognitiva puede ser determinante. Si no necesita estudiar para aprobar, tal vez la motivación o el método de evaluación pasen a un segundo plano (aunque no dejan de ser importantes). No obstante, una buena capacidad no implica por definición un buen rendimiento académico. Nuestro cerebro se va desarrollando poco a poco desde antes del nacimiento hasta, aproximadamente, los 20 años. Según crece nuestro cerebro, crecen nuestras capacidades cognitivas. De este modo, nuestro cerebro debería marcar qué aprendizajes podemos afrontar (aunque el sistema educativo no siempre respete esto). Como es evidente, cada persona es única y algunas personas aprenden ciertas cosas antes que otras (ya que su cerebro adquiere esa capacidad antes). De aquí pueden surgir problemas con el niño que aún no ha aprendido a leer, pues su cerebro aún no está preparado, mientras que el resto de compañeros leen con cierta fluidez. Además, cada estructura cerebral tiene una implicación distinta en cada función cognitiva. Un niño que tenga más desarrolladas las zonas del cerebro encargadas de las actividades visuo-constructivas (muy relacionadas con el lóbulo parietal del hemisferio derecho) tendrá más facilidades para despuntar en plástica, mientras que el niño que tenga más desarrolladas las zonas del cerebro encargadas de las actividades de cálculo (muy relacionadas con el lóbulo parietal del hemisferio izquierdo) le será más sencillo destacar en matemáticas. Estas diferencias de desarrollo pueden depender no sólo de diferencias genéticas, sino también de cómo se estimule el cerebro a lo largo de nuestra vida.
Entonces, ¿cómo puedo hacer para mejorar mi rendimiento académico o el de mi hijo?
Una vez sabemos de qué factores depende el rendimiento académico, podemos intentar intervenir sobre ellos. De este modo, podemos hablar de tres campos de intervención:
- Sistema educativo: Es necesario adaptar las asignaturas y exigencias a las funciones que va adquiriendo el cerebro con su desarrollo, pero sin perder de vista que existen niños con un desarrollo distinto al resto y, por tanto, pueden necesitar más ayuda o paciencia. Conseguir que el sistema valore otros factores como la experimentación o le dé más importancia a ciertas asignaturas es trabajo de todos. Apostar por la investigación y por los estudios de ámbito educativo terminará dando como resultado un mejor sistema y unos mejores estudiantes.
- Familia y entorno: Los niños pequeños son especialmente susceptibles de aprender lo que se les enseña y cuanto ven a su alrededor. Por esto, es vital aportar valores, rutinas y estrategias de estudio, para que los niños los incorporen y se reduzcan los problemas que puedan tener de más mayores. Hay que hacer que el niño sepa que estudiar va a reportarle muchos beneficios y que con esfuerzo puede conseguir lo que quiera. Además, una de las funciones más importantes de los padres y educadores es ayudar al niño cuando lo necesite, escuchándole y atendiendo las quejas o dificultades que presente. Es importante ser modelo de trabajo y esfuerzo, para que disponga de una referencia a la hora de actuar. Con respecto al entorno, es muy recomendable favorecer un horario y una sala con pocas distracciones, silenciosa, bien iluminada y aclimatada al estudio. Además, tenemos que tener en cuenta las diferencias de cada niño: si va mal en matemáticas y saca buenas notas en plástica, en vez de quitarle la clase de plástica para reforzar las matemáticas, tal vez lo que tengamos que hacer sea apuntarle a clases particulares de plástica: No todos tenemos que ser buenos con los números y, ¿quién sabe?, quizás de ese niño con problemas en matemáticas pueda salir un gran artista.
- Entrenamientos cognitivos: Gracias a la plasticidad cerebral, somos capaces de estimular nuestro cerebro y sus capacidades cognitivas. Ampliar el tiempo dedicado al estudio no tiene por qué ser eficaz si nuestra atención o nuestra memoria no está adecuadamente desarrollada. Por eso, la estimulación cognitiva o las intervenciones neuropsicológicas personalizadas pueden resolver este problema de base. Si un niño tiene dificultades en la lectura y, tras horas de laborioso estudio no ha sido capaz de retener la información más básica, tal vez requiera entrenar y estimular su capacidad lectora en lugar de dedicarle aún más tiempo al estudio.
Lo más importante de todo esto es aunar todas estas características. Los diferentes estudios apuntan a un sistema educativo basado en la Neuroeducación (aplicar los conocimientos sobre el cerebro y su desarrollo a la educación). Actualmente existen formas para poder entrenar las capacidades tanto desde casa, mediante entretenidas actividades clínicas, como desde el colegio, con plataformas educativas para colegios y profesores que ofrece Cognifit (plataforma líder en neuroeducación empleada en centros escolares de todo el mundo que, además, ofrece evaluaciones neuropsicológicas para personalizar el entrenamiento cognitivo). Con todo esto, mejorar el rendimiento académico no sólo es posible, sino también divertido.