Investigadores identifican 14 factores de riesgo asociados a la demencia

La demencia sigue siendo una de las enfermedades neurodegenerativas más complejas y devastadoras, sin cura a la vista y con muchos aspectos aún envueltos en el misterio. Sin embargo, las nuevas investigaciones apuntan a cómo retrasar su aparición y ralentizar la progresión del deterioro cognitivo, lo que ofrece nuevas esperanzas en la lucha contra esta enfermedad.

Ralentizar la demencia
Ralentizar la demencia. Imagen de Freepik.

El creciente reto de la demencia

Según The Guardian, a medida que la población mundial envejece, la prevalencia de la demencia aumenta a un ritmo alarmante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que en 2050 el número de personas con demencia casi se triplicará, hasta alcanzar los 153 millones. Esta crisis inminente amenaza con desbordar los sistemas de asistencia sanitaria y social en todo el mundo, con una carga financiera que ya supera el billón de dólares anuales. La urgencia de encontrar estrategias que puedan mitigar este impacto nunca ha sido mayor, como destaca la OMS en su plan de acción mundial sobre la respuesta de salud pública a la demencia.

La importancia de la gestión de riesgos

Aunque la demencia en sí no puede prevenirse, las investigaciones demuestran que es posible retrasar su aparición y reducir la gravedad de sus síntomas abordando factores de riesgo específicos a lo largo de la vida. Los expertos han identificado 14 factores de riesgo modificables que, si se gestionan eficazmente, podrían reducir significativamente el riesgo de desarrollar demencia. Estos factores abarcan toda la vida, lo que subraya la importancia de una intervención temprana y sostenida.

Comprendiendo los principales factores de riesgo

En 2020, The Lancet Commission identificó 12 factores de riesgo clave relacionados con el 40% de todos los casos de demencia. Recientemente, la Comisión ha añadido dos factores de riesgo más a esta lista: los niveles elevados de colesterol después de los 40 años y la pérdida de visión no tratada. Estos dos nuevos factores contribuyen por sí solos a cerca del 9% de todos los casos de demencia: un 7% en el caso del colesterol alto y un 2% en el de la pérdida de visión. A continuación analizamos estos 14 factores críticos:

  1. Niveles educativos más bajos: La educación en los primeros años de vida desempeña un papel crucial en el desarrollo de la reserva cognitiva. Puede ayudar a retrasar la aparición de la demencia en etapas posteriores de la vida.
  2. Discapacidad auditiva: Abordar la pérdida de audición en la mediana edad puede reducir el riesgo de demencia, destacando la importancia de las revisiones auditivas periódicas y el uso de audífonos.
  3. Presión arterial alta (hipertensión): El control de la presión arterial mediante un estilo de vida saludable y, en caso necesario, medicación, puede proteger la salud del cerebro.
  4. Fumar: El tabaco no es sólo un factor de riesgo de cáncer y enfermedades cardiacas; también aumenta significativamente el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
  5. Obesidad: Mantener un peso saludable a través de la dieta y el ejercicio es vital, ya que la obesidad en la mediana edad está fuertemente vinculada a un mayor riesgo de demencia.
  6. Inactividad física: La actividad física regular potencia la salud cerebral, ayudando a mantener la función cognitiva y a reducir el riesgo de demencia.
  7. Diabetes: El control eficaz de la diabetes es crucial, ya que los niveles elevados de azúcar en sangre se asocian a un mayor riesgo de demencia.
  8. Consumo excesivo de alcohol: Es importante limitar el consumo de alcohol, ya que beber en exceso puede provocar daños cerebrales y aumentar el riesgo de demencia.
  9. Depresión: El tratamiento de la depresión, sobre todo en edades avanzadas, puede ayudar a proteger la salud cognitiva y reducir el riesgo de demencia.
  10. Aislamiento social: Mantenerse socialmente activo es clave para conservar la función cognitiva, ya que el aislamiento social puede acelerar el deterioro cognitivo.
  11. Lesión cerebral traumática (LCT): Proteger el cerebro de lesiones mediante medidas de seguridad es crucial, ya que las LCT pueden aumentar significativamente el riesgo de demencia.
  12. Contaminación atmosférica: La exposición prolongada a la contaminación atmosférica se ha relacionado con un mayor riesgo de demencia, lo que convierte la salud medioambiental en una prioridad pública.
  13. Colesterol alto: Controlar los niveles de colesterol, sobre todo en la mediana edad, puede ayudar a reducir el riesgo de demencia.
  14. Pérdida de visión no tratada: Los exámenes oculares periódicos y el tratamiento de los problemas de visión pueden ayudar a mantener la salud cognitiva y reducir el riesgo de demencia.

Estos factores de riesgo subrayan la importancia de un enfoque holístico de la salud a lo largo de toda la vida, como sugiere el exhaustivo análisis de The Lancet Commission sobre la prevención de la demencia.

El impacto del estilo de vida y la intervención temprana en la salud cognitiva

Estudios recientes han ampliado nuestra comprensión de la demencia, descubriendo nuevas conexiones entre los factores del estilo de vida y la salud cognitiva. Por ejemplo, una investigación publicada en JAMA Neurology ha destacado el papel fundamental del control del colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL) y las deficiencias visuales. Estos hallazgos sugieren que incluso afecciones que tradicionalmente no se relacionan con la demencia podrían tener implicaciones significativas para la salud cognitiva.

El estilo de vida como protección

La idea de que el estilo de vida puede influir en el cerebro está ganando adeptos, respaldada por un creciente número de pruebas. La actividad física regular, una dieta equilibrada y el compromiso cognitivo para retrasar la aparición de la demencia. Según la Alzheimer’s Society, estos hábitos no sólo pueden prolongar el periodo de salud cognitiva, sino también mejorar la calidad de vida general de quienes corren riesgo de padecer demencia o viven con ella.

Además, un estudio de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard subraya que las personas que mantienen un estilo de vida saludable pueden reducir significativamente el riesgo de deterioro cognitivo. Esta investigación refuerza la idea de que nunca es demasiado tarde -ni demasiado pronto- para empezar a hacer cambios positivos.

La necesidad de una intervención temprana

Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de una intervención temprana. Las investigaciones del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento destacan que las oportunidades educativas tempranas y el compromiso cognitivo a lo largo de toda la vida son cruciales para crear una reserva cognitiva, que puede retrasar la aparición de los síntomas de la demencia. Además, controlar la salud cardiovascular a partir de la mediana edad es esencial para reducir el riesgo de demencia.

Implicaciones económicas y sociales

Retrasar la aparición de la demencia y ralentizar el deterioro cognitivo tiene profundas implicaciones económicas y sociales. Un estudio publicado en The Lancet Public Health indica que las intervenciones de salud pública dirigidas a estos factores de riesgo podrían suponer un importante ahorro en costes sanitarios. Por ejemplo, la aplicación de estas medidas en Inglaterra podría suponer un ahorro de miles de millones, lo que pone de manifiesto el amplio impacto económico de abordar la demencia mediante estrategias preventivas.

Un planteamiento colectivo de la demencia

Aunque la edad y la genética son factores inevitables en la demencia, la posibilidad de retrasar su aparición mediante cambios en el estilo de vida y el entorno es una vía prometedora para la salud pública. Alzheimer’s Research UK subraya que abordar los factores de riesgo modificables podría reducir sustancialmente el número de casos de demencia, lo que la convierte en un foco clave para futuras iniciativas de salud pública.


En conclusión, aunque la demencia no puede prevenirse, las últimas investigaciones de instituciones punteras como la OMS, The Lancet y Harvard subrayan la importancia de una intervención temprana y sostenida en la gestión de los factores de riesgo. Centrándose en estos aspectos modificables, es posible retrasar la aparición de la demencia y ralentizar el deterioro cognitivo, ofreciendo esperanza y mejores resultados a millones de personas en todo el mundo.