Neuroleadership: Cómo liderar equipos de trabajo y obtener un alto rendimiento
Neuroleadership: La neurociencia nos enseña a utilizar los conocimientos y avances sobre el cerebro, y aprovecharlos en el entorno del desarrollo de personas. ¿Cuales son los hábitos de los buenos líderes? ¿Cómo lideramos equipos de alto rendimiento? ¿Qué podemos hacer para que se comprometan con los proyectos? Descubre en este artículo herramientas y técnicas útiles que te ayudarán a liderar equipos de trabajo e influir positivamente en los demás.
El avance de la neurociencia, y el conocimiento de cómo funciona nuestro cerebro, está generando nuevas formas de entender cómo tomamos decisiones, procesamos la información, motivamos nuestras acciones, enfrentamos nuestras emociones y nos relacionamos con los demás. ¿Estamos haciendo bien nuestro trabajo? ¿Cuales son las bases que debemos seguir en la dirección de equipos para lograr buenos resultados. Descubre qué es el neuroleadership y cómo puede ayudarte a lograr altos resultados en los equipos de trabajo.
El término NeuroLeadership, fue acuñado por David Rock, y hace referencia a los procesos que surgen en nuestro cerebro y que motivan nuestras decisiones, comportamiento, y forma de comportarnos en el lugar de trabajo.
El neuroleadership, por lo tanto, trata de proponer fórmulas aplicables a la dirección de equipos y la obtención de resultados: Cómo guiar a los trabajadores para que desarrollen su máximo potencial, cómo lograr que surjan ideas y soluciones creativas en el entorno laboral, cómo propiciar un clima de trabajo armonioso, emocionalmente cálido, estable y retador de las ideas, cómo motivar a que las personas sean más espontáneas y se dan el permiso de proponer fórmulas alternativas de hacer las cosas, abriendo el camino a la creatividad.
El neuroleadership pone el foco en cómo la persona que lidera equipos es capaz de reconocer la importancia de las emociones para generar cambios. El neuroleadership se vale de la neurociencia cognitiva, apoyada en las tecnologías de imágenes, para conocer con precisión qué centros funcionales del cerebro, activan o disparan emociones, sensaciones y comportamientos proclives a dar lo máximo de sí.
¿Cómo aplicar el neuroleadership a la gestión de equipos?
Consejos prácticos de neuroleaderaship. Así describe Eric J. McNulty (2016) las calidades de un buen neurolíder:
- No juzguemos a los demás de manera instantánea. El cerebro tiende a mantener el prejuicio de confirmación para que aceptemos más rápidamente a personas que piensan como nosotros. El neurolíder al conocer este mecanismo, se mantiene abierto a las posibilidades que otros proponen, dando paso a un mayor nivel de soluciones propuestas por otros que ven el mundo de forma simplemente distanta.
- Tomemos las ganancias y pérdidas como pasos necesarios. Los emprendedores más famosos y exitosos, han declarado que sus pérdidas y errores fueron parte fundamental de sus logros, como neurolíderes, estamos llamados a permitir los errores y capitalizarlos en los equipos de trabajo como parte del aprendizaje intuitivo que no lleva a un nivel superior de desempeño.
- Tomar un receso para meditar. Esto es clave cuando el estrés se apodera de la situación y ven mas barreras que soluciones. Unos minutos de calma para meditar tanto individualmente como en los grupos de trabajo, abre espacios para replantearse los objetivos, ver con mas claridad las soluciones y tener una vida personal y laboral mas plena al centrar el foco en la corteza prefrontal, base del juicio y el análisis metódico.
- Salir a dar una vuelta. Literalmente moverse del sitio habitual para darse un paseo creativo y productivo sólo o con el equipo de trabajo, puede dar un vuelco radical porque activa centros cerebrales de forma diferente, oxigenando la corteza y aumentando el rendimiento.
¿Cómo podemos convertirnos en neuro líderes?
Aplicando las destrezas no visibles que pueden generar influencia, motivación, generación de cambios radicales y toma de decisiones que a la postre marcan la diferencia entre aquellos que aprovechan las potencialidades produciendo efectos que nos dejan sin aliento y los que sólo dirigen personas sin consecuencias brillantes ni sorprendentes.
Además como comenta D. Rock (2009), el reto del liderazgo y del neuroleadership, va mucho más allá de producir para las organizaciones resultados económicos halagadores, sino integrar magistralmente expectativas, valores, aptitudes y destrezas en un clima emocional propicio para la creación abundante de posibilidades viables a los intereses organizacionales (estrategias y metas). De allí su altísima importancia y complejidad para aquellos que dirigen personas y grupos productivos.
Algunos tips para aplicar esta habilidad en el ejercicio del liderazgo…
- Aprender nuevas formas de ver las emociones y su mecanismo regulatorio. Analizar nuestra conducta y el impacto que ella tiene en los demás en el medio de trabajo cuando lideramos o guiamos a personas y grupos. ¿Lo estamos haciendo bien? ¿Qué estamos logrando? ¿Hemos logrado empujar a los demás para que se exprese su máximo potencial?…
- Sacar provecho a las conversaciones internas que generan conductas proactivas y de alto desempeño. Forma parte de este mismo ejercicio de reflexión, cuando nos auto analizamos con una actitud abierta y honesta hacia nosotros mismos para capitalizar nuestras fortalezas que cuando dirigimos personas y llegar al tope del desempeño.
- Empujar a los demás hacia la toma de riesgos calculados que generen cambios positivos en los grupos, fomentando la puesta en práctica de valores y metas superordinados (son aquellas que sobrepasan las propios intereses en beneficio del colectivo), entre otros skills.
Como ayuda a este proceso de aprendizaje, soluciones como CogniFit, de larga trayectoria y reputada experiencia en evaluación neuro cognitiva, pueden coadyuvar a descubrir potencialidades inherentes al desarrollo de habilidades de liderazgo persuasivo orientado a gestionar equipos de alto rendimiento.
Con este background, el nuevo líder que asume el valor de las neurociencias aplicadas a la dirección de personas y grupos, podrá dar un vuelco a la visión tradicional del medio laboral como mero espacio de esfuerzo individual y colectivo para agregar muchísimo más sentido al trabajo en la vida de las personas.
Referencias bibliográficas.
Eric J. McNulty (2016).
Rock, D. (2009). SCARF: a brain based model for collaborating with and influencing others.
Neuroleadership Journal, 1, 1-5. USA.