Resiliencia: El arte de aprender a vivir

¿En algun momento te has visto agobiado por todo lo que te está pasando y aún así sacas fuerzas de donde no sabes y sigues adelante? Eso podría deberse a la resiliencia.

La resiliencia es un proceso psicológico de adaptación que surge ante la adversidad. Tanto como proceso o rasgo es muy importante el papel del contexto, la cultura y la sociedad en el desarrollo de ésta.  En este artículo encontrarás respuesta a ¿qué es la resiliencia, qué factores influyen en ella, cúales son los factores neurobiológicos y cómo podemos ser más resilientes?

“Las dificultades preparan a personas comunes para destinos extraordinarios”- Lewis.

Resiliencia

Definición de Resiliencia

Resiliencia: Definición y relación con otros términos psicológicos.

La resiliencia, Becoña la define como la capacidad superar los eventos adversos y tener un desarrollo exitoso a pesar de las circunstancias adversas. Es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Es decir, la resiliencia es la capacidad de adaptarse positivamente a situaciones adversas. Es lo que nos permite no rendirnos cuando las cosas están difíciles, lo que nos mantiene luchando por los objetivos que nos hayamos marcado.

Muchos autores han dado definiciones a este término, Koferl la define como “enfrentamiento efectivo de circunstancias y eventos de la vida severamente estresantes y acumulativos”. Asimismo, Garmenzy la define como la capacidad para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después del abandono o la incapacidad inicial al iniciarse un evento estresante.

Por su parte, el Institute on Child Resilience and Family, establece que la resiliencia es la habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productividad.

“La resiliencia es un proceso que surge de los ordinario, de lo cotidiano”. Masten y Powell (2003)

Para hablar de resiliencia tenemos que tener en cuenta que para que se desarrolle la persona tiene que haberse expuesto a una adversidad o trauma y al mismo tiempo seguir funcionando correctamente en esta situación, es decir, evitando los resultados negativos a partir de recursos psicológicos que afrontan la adversidad inicial. 

Esta variedad de definiciones se debe a la similitud con otras dimensiones psicológicas. Entre estas dimensiones las más destacadas son:

  • Competencia: esta dimensión forma parte de la resiliencia. La competencia está relacionada con el CI y el rendimiento académico.
  • Crecimiento postraumático: No se trata de un proceso de resiliencia sino de un aprendizaje del trauma, un aprendizaje a través del proceso de lucha provocando cambios en uno mismo, en las relaciones interpersonales, en la espiritualidad y en la filosofía de vida.
  • Recuperación: la diferencia entre resiliencia y recuperación es la trayectoria temporal, puesto que durante el proceso de resiliencia la persona mantiene un equilibrio estable durante todo el proceso cuando la recuperación es un retorno gradual hacia la normalidad funcional.

Origen del término de resiliencia e inicios de su estudio en psicología

El origen del término “Resiliencia” proviene de la palabra en latín “Resilio” y “Resilium”, siendo más común el segundo término. Ambas significan “volver atrás”, “volver al estado inicial”. 

El término de resiliencia proviene del campo de la física: “capacidad de un material elástico para absorber y almacenar energía de deformación”. Y un material resiliente es el que es capaz de absorber y almacenar la energía sin deformarse. En la actualidad el término resiliencia hace referencia a una dimensión psicológica, como hemos dicho al inicio del artículo.

El estudio de resiliencia como dimensión psicológica comenzó cuando Werner y Smith iniciaron un estudio del desarrollo de niños en Hawaii que crecían en condiciones extremas de pobreza y en un contexto marginal. Para su sorpresa, hallaron que solo un tercio de los niños en estas condiciones se convirtieron en adultos muy competentes, descartando su hipótesis de que todos estos niños presentarían problemas de aprendizaje o enfermedades físicas y mentales, o incluso comportamientos delictivos y de relaciones afectivas en su adolescencia y adultez.

Resiliencia

Resiliencia

Después de varios estudios diferenciaron tres factores de protección en estos niños: factores protectores dentro del individuo, factores protectores familiares y factores protectores de la comunidad en la que crecen.

Dentro de los factores individuales destacaba el tener una madre afectiva en la infancia, y también una mayor competencia escolar en la adolescencia. Por otro lado, dentro de los factores protectores familiares es de suma importancia el efecto protector de la buena interacción con un familiar. Por último, dentro de los factores protectores de la comunidad está el efecto protector de la relación entre factores individuales y contextuales.

Resiliencia: Factores protectores determinantes.

¿Cómo reaccionan las personas ante los eventos estresantes/traumáticos que le suceden? Lo que hace que unas personas sean más resilientes que otras es el efecto de los factores protectores que modifican los efectos negativos.

Resiliencia: Factores protectores individuales

El factor individual al cual se la ha dado más importancia es la “sensibilidad al estrés”. Cuando hablamos de sensibilidad hacemos referencia tanto a aspectos psicológicos como biológicos de los individuos. También tenemos que tener en cuenta los factores:

  • Personalidad o temperamento. Dentro de esta personalidad destacar por ejemplo la capacidad de autonomía.
  • Recursos cognitivos:
    • Inteligencia: Permite una mayor habilidad en resolución de problemas y una mayor probabilidad de conducta exitosa.
    • Flexibilidad mental: Cuanta mayor flexibilidad muestre el individuo, mayor capacidad de afrontamiento y adaptación.
    • Capacidad de experimentar emociones positivas: Expresar emociones positivas disminuye la experiencia al dolor, ante situaciones de estrés protege la salud mental.  
    • Tener metas y propósitos en la vida: Alimentado por los valores y objetivos individuales.
    • Otros: extraversión, autoeficacia y autoestima, creatividad y capacidad de planificación, creencia, práctica religiosa, espiritualidad.

Como ejemplos de factores protectores en la infancia está el “tener una madre afectiva y con buen carácter” y “la presencia de un cuidador responsivo y competente”, en resumen, el efecto protector de la buena interacción con un familiar o apego. En la adolescencia otros factores serían:

  • Poseer buenas habilidades comunicativas y de resolución de problemas.
  • Mayor inteligencia.
  • Mayor competencia escolar.
  • Presencia de una adecuada creencia de autoeficacia.

Resiliencia: Factores protectores sociales

De estos factores el más importante es la cohesión familiar (o apoyo parental) muy importante en el desarrollo del apego. Cuando hablamos de apego hacemos referencia al vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o figura de cuidador, por ejemplo, un profesor). El apego proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. Un apego seguro potencia la capacidad de resiliencia. Otro factor protector importante es el apoyo parental. Este apoyo evita la aparición de síntomas depresivos y de conductas hostiles y delictivas.

Resiliencia: Factores protectores de la comunidad

Estos factores son el resultado de la relación entre los factores individuales y contextuales. El efecto protector es la consecuencia de la interrelación positiva. Dentro de estos factores destacar el sistema político y social.

Lo más importante de estos tres factores no es que actúan de manera independiente sino que se produce una interrelación entre ellos, siendo esto de suma importancia a la hora de intervenir para incrementar los niveles de resiliencia ya que estos factores se retroalimentan.

Resiliencia: Fundamentos neurobiológicos

Cuando hablamos de fundamentos neurobiológicos en resiliencia hacemos referencia a los factores neurobiológicos. Estos son muy importantes porque actúan de mediadores de los conductuales. Por ejemplo, los niveles cerebrales de oxitocina y de prolactina han sido relacionados con un estado de ánimo positivo. Nos encontramos con el efecto neuroprotector de la testosterona, el Neuropéptido Y y deshidroespiandrosterona (DHEA), que ante situaciones de estrés disminuye su nivel. Se han realizado muchos estudios que relacionan altos niveles de deshidroespiandrosterona (DHEA) con una mejor respuesta adaptativa al estrés.

Al contrario, el cortisol aumenta su concentración ante situaciones de estrés y provoca un efecto contrario a los anteriormente nombrados. A mayor nivel de cortisol nos encontramos con una menor nivel de resiliencia presentando el individuo una menor capacidad de sobreponerse a la situación traumática.

También se pueden describir neuroanatómicamente determinadas regiones de interés para la resiliencia. Estos mecanismos están implicados con la regulación de la recompensa y de las emociones sociales como son la vergüenza, la empatía y la culpa. También regulan las emociones de manera general y la motivación.

Resiliencia en niños. ¿Cómo educar en la resiliencia?

En los casos de resiliencia infantil enfocamos sucesos más extendidos en el tiempo.

Todos podemos ayudar a nuestros hijos o niños más cercanos a que desarrollen también esta capacidad. Algunos consejos que podemos llevar a cabo para desarrollar la inteligencia son:

  • Enseñarles a cómo hacer amigos sobretodo promoviendo la capacidad de empatía en sus relaciones. Es muy importante que ningún niño se sienta aislado. Con esta capacidad de empatía enseñarle también a que ayuden a otros niños y que no permitan que otros niños se encuentren aislados.
  • Desarrolle una red familiar como seguridad para él o ella. Es recomendable que sea sincero con sus hijos, responda a sus preguntas ajustando la respuesta a la edad de estos, pero nunca les mientas, eso crearan desconfianza y no sentirá el vínculo tan seguro.
  • Establecer una rutina diaria ya que esto resulta reconfortante para los niños. Es muy importante que ellos también participen en el establecimiento de esta rutina. En esta rutina tienen que estar incluidos los periodos de descanso, que también es muy importante para su desarrollo y para el desarrollo de la resiliencia.
  • No descuidar el desarrollo cognitivo del niño. Es importante que los procesos cognitivos sean entrenados regularmente. CogniFit ofrece la oportunidad de entrenar al menos 20 habilidades cognitivas. 

entrenamiento cerebral

  • Enseñarles a cuidarse a sí mismos. Para ello, lo mejor es darles un ejemplo a través de nuestra conducta. Es importante enseñarles que cuidarse es algo también divertido.
  • Ajuste la cantidad de noticias que escuchan los niños o que ven, y sobre los temas que se tratan delante de ellos porque si no están preparado para ese tema eso le creará más confusión y dudas que tal vez no podamos resolverle aun por el nivel de desarrollo del niño.
  • Ayudarles a establecer metas realistas y establecer los pequeños pasos para ir consiguiéndolas y que aprendan a reforzarse en estos pasos. Lo mismo podemos realizar con las tareas de la escuela, estableciendo pequeñas pautas que puedan ir cumpliendo.
  • Fomentemos una autoestima positiva. Recordémosle sus capacidades y como pueden ayudarles estas para superar las situaciones. Para ello también podemos dar ejemplo con nuestra actitud positiva ante el afrontamiento de problemas.
  • Enseñarles que los momentos difíciles son oportunidades de aprendizaje y que el cambio también es parte de la vida. Es importante enseñarles que el cambio es parte de la vida y que las metas son reemplazables y siempre se pueden reajustar a nuestras posibilidades.
  • Tener en cuenta que la escuela puede ser estresante para los niños puesto que supone exigencia para ellos. Ayudarles en lo que podamos y reforzarles para que se sientan seguros.
  • Hablar con los niños sobre nuestros propios sentimientos ante situaciones de estrés, y mostrarles seguridad ante la expresión de ellos. Pídale también su opinión para resolver un conflicto propio o de la familia para que en el proceso aprendan ellos también.
  • Educar siempre en emociones sobre todo si estamos ante adolescentes porque con esta edad sienten las emociones de manera muy intensa y les cuesta sobrellevar los eventos que le rodean. Explicarles que muchas de las cosas que sienten están intensificadas por las hormonas. Es definitiva, haga de un hogar un lugar seguro para la expresión emocional.

Resiliencia en adultos y mayores ¿Cómo ser más resilientes?

Existen diferentes estudios que han aportado evidencias sobre la diferencia en niveles de resiliencia respecto a la edad. La mayoría de ellos defienden que a mayor edad existe una mayor capacidad de resiliencia puesto que han tenido más tiempo para exponerse a diferentes adversidades y por tanto, han podido desarrollar más esta capacidad de afrontamiento y crecimiento.

En los casos de resiliencia adulta se procede ante sucesos más eventuales pero como hemos hablado con anterioridad, los adultos afrontan mejor los sucesos estresantes porque poseen mayor estrategias de afrontamiento que han ido adquiriendo a lo largo de su vida.

Para aumentar nuestro nivel de resiliencia es muy importante poner en práctica las siguientes pautas:

  1. Establecer vínculos con otras personas. Es importante establecer buenas relaciones de amistad y con familiares cercanos u otras personas del entorno. Ayudar y aceptar el apoyo de las personas que muestran interés por ti. También es muy importante forma parte de grupos sociales que le faciliten el apoyo social.
  2. Ver la crisis como un evento puntual, no como algo que se mantendrá en el tiempo. En nuestro día a día tendremos que afrontar diferentes situaciones estresantes y eso no lo podremos cambiar, pero si la manera en la que las afrontamos. Para ello podemos cambiar la manera en que interpretamos las situaciones y  su vez la manera en la que reaccionamos. Considerar el problema como algo temporal que en un futuro ya no estará presente y buscar maneras positivas de resolverlo. Es muy importante afrontar las situaciones adversas más que ignorarlas o esperar a que esta cambien por si solas
  3. Aceptar que la vida es un continuo cambio. Aceptar que las cosas que no podemos cambiar nos enseñaran estrategias y herramientas que pondremos en práctica en otras circunstancias en las cuales si podremos hacer algunos cambios que os beneficien y salgamos exitosos de ellos. Es muy importante ver las situaciones estresantes o negativas desde una perspectiva más amplia. Como decía Dalai Lama: “Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar”.
  4. Focalizarnos en las metas para conseguirlas. A la hora de seguir una meta lo más importante es establecerla. Tenemos que trazar metas realistas y posibles. Podemos también dividir esta meta en metas más pequeñas para poderlas ir alcanzando poco a poco y usarlas como motivación para continuar en el proceso. Además es una manera más de conocernos a nosotros mismos y de crecer y a apreciar más las cosas buenas de la vida y los aprendizajes.
  5. Confiar en nuestras capacidades y tener una actitud positiva. Creer en nuestra capacidad para resolver problemas. Además una actitud positiva permite tener esperanza sobre las cosas buenas que están por venir. Es decir, la clave es enfocarnos más en lo que queremos y dejar de centrar nuestra preocupación en lo que nos ocasiona malestar o lo que tememos
  6. Mejora tus habilidades sociales y tus estrategias de solución de problemas. De esta manera, aprenderemos mejor como resolver los conflictos interpersonales que nos surjan y nos supondrá un menor estrés al afrontarlos. Aprender a ver qué conflictos podemos resolver y cuales es mejor evitar o enfocarlos de otra manera.
  7. Cuídate. Ten en cuenta tus propios sentimientos y necesidades. Planifica actividades que te gusten y que te relajen. Entrena tu cuerpo con regularidad. Haz lo mismo con tu mente y sentimientos, por ejemplo, realizando un diario de emociones y pensamientos, o realizando meditación de manera regular. Esto ayudará a que estés en buenas condiciones para cuando se presente un evento estresante

Teniendo en cuenta las perspectivas futuras, sería de suma importancia la adaptación al contexto de las intervenciones en resiliencia. Para incrementar la intervención en resiliencia también sería necesaria una mayor investigación sobre este concepto.

Resiliencia: Conclusiones y perspectiva futuras.

Respecto al factor contexto, hay que tener en cuenta esta adaptación porque este es uno de los tres factores protectores más importantes en el proceso resiliente, como hemos visto anterioridad. Cuando hablamos de contexto también tenemos que tener en cuenta los factores culturales y todos los posibles contextos de riesgo posible y la actuación en cada uno de ellos.

La intervención en resiliencia es importante ante contextos de riesgo pero también es necesario la intervención en otros contextos, y sería una manera más de estudiar cómo se produce este proceso en individuos sanos y circunstancias no tan extremas como las que se han estudiado hasta ahora promoviendo el movimiento de la psicología positiva. Es decir, ampliar los contextos de intervención en resiliencia en diferentes niveles de riesgo.