La ciencia cerebral del chisme: un estudio explica cómo elegimos a quién contarle algo y por qué
¿Cómo se difunden los chismes en nuestros entornos sociales y por qué algunos secretos se propagan más rápido que otros? Un nuevo estudio de la Universidad de Brown arroja luz sobre las reglas invisibles que determinan cómo se mueve la información a través de las conexiones sociales. Al analizar tanto grupos sociales artificiales como reales, los investigadores revelan que nuestras decisiones sobre con quién compartir un chisme están lejos de ser aleatorias y dependen de modelos mentales sorprendentemente complejos.

Nota: Este artículo tiene fines informativos y educativos. Resume una investigación científica en un lenguaje accesible para un público amplio y no es un comunicado de prensa científico oficial.
¿Por qué algunos rumores recorren un grupo en cuestión de días, mientras que otros desaparecen silenciosamente? Investigadores de la Universidad de Brown (Estados Unidos) se propusieron responder a esta pregunta utilizando métodos de neurociencia cognitiva, psicología social y modelización computacional.
En este estudio, el término «red social» se refiere a las redes de amistades y conocidos del mundo real, como tu grupo de amigos, compañeros de clase o de trabajo, y no a plataformas en línea como Facebook o Instagram. El equipo de investigación descubrió que las reglas ocultas que las personas utilizan para compartir chismes en la vida cotidiana se asemejan mucho a los algoritmos que impulsan la difusión de contenido viral en las redes sociales.
Su estudio, “Knowledge of information cascades through social networks facilitates strategic gossip”, publicado primero como preprint en agosto de 2024 y posteriormente de forma oficial en Nature Human Behaviour en julio de 2025, demuestra que nuestro cerebro está programado de forma natural para compartir chismes de manera que se maximice su difusión, al mismo tiempo que nos protege de consecuencias no deseadas.
En lugar de conversar al azar, las personas calculan instintivamente con quién es más seguro y efectivo compartir un chisme, basándose en la popularidad y el nivel de conexión de cada individuo dentro de la red social. Estos hallazgos ponen de relieve las sofisticadas estrategias mentales y el “poder de cálculo” que nuestro cerebro utiliza en la vida cotidiana.
Qué investigaron los científicos
El equipo de la Universidad de Brown se propuso comprender cómo deciden las personas con quién compartir secretos, especialmente cuando esos secretos afectan a alguien dentro del grupo. Los investigadores definieron el chisme como hablar de una tercera persona que no está presente. Su pregunta central de investigación era: ¿cómo logran las personas difundir información de forma amplia minimizando al mismo tiempo el riesgo de que esta llegue de nuevo al implicado? Esta cuestión va al núcleo de la ciencia cognitiva: el estudio de cómo nuestra mente procesa, almacena y utiliza la información en contextos sociales.
Para responder a esto, los científicos combinaron experimentos de laboratorio con datos de redes sociales reales. Analizaron si las personas se basan en la planificación consciente, la intuición o la elaboración de mapas mentales para elegir los mejores interlocutores a la hora de compartir un chisme.
Cómo se llevó a cabo el estudio
La investigación consistió en cuatro experimentos principales.
En los tres primeros experimentos, más de 500 participantes en línea interactuaron con una red social artificial compuesta por nueve personas. Cada “persona” en la red tenía un número distinto de amigos, lo que representaba diferentes niveles de popularidad. A los participantes se les mostraba quién era amigo de quién y, en ocasiones, se les proporcionaba información sobre la confiabilidad de cada individuo. Su tarea era decidir, en cada escenario, cuál sería la mejor persona para compartir un chisme, con el objetivo de difundirlo ampliamente pero evitando que llegara a la persona sobre la que se hablaba.
En el cuarto experimento, los investigadores analizaron una red real. Cerca de 200 estudiantes de primer año de la Universidad de Brown mapearon sus amistades reales en las residencias universitarias. Un subconjunto de estos estudiantes estimó la probabilidad de que una noticia concreta llegara a determinadas personas, dependiendo de quién la compartiera en primer lugar.
Según el estudio original, estos enfoques permitieron a los investigadores analizar cómo las personas construyen inconscientemente “mapas sociales” mentales. Estas representaciones internas ayudan a predecir cómo es probable que se propague un chisme a través de una red, incluso cuando no se pueden recordar conscientemente todas las relaciones.
¿Qué hace que este estudio sea novedoso?
El estudio abre nuevos caminos en la ciencia cognitiva al vincular directamente las decisiones sociales cotidianas con procesos cerebrales complejos. Los investigadores descubrieron que las personas, sin formación específica ni conciencia de ello, utilizan estrategias similares a las empleadas por los algoritmos que impulsan el contenido viral en las redes sociales.
A la hora de decidir con quién compartir un chisme, las personas consideran automáticamente dos factores principales:
- la popularidad del posible receptor (es decir, el número de amigos);
- y la distancia social respecto a la persona que es objeto del chisme.
Este proceso, tal como describen los autores del estudio, ocurre de manera instintiva y se apoya en modelos mentales que funcionan como “mapas cognitivos” del mundo social. Incluso cuando las personas no son plenamente conscientes de todas las conexiones dentro de su grupo social, el cerebro comprime los recuerdos de las interacciones en un mapa utilizable, lo que permite hacer suposiciones fundamentadas sobre hasta dónde puede llegar un secreto.
Es importante destacar que el estudio concluye que estos cálculos no dependen únicamente de la popularidad o la confiabilidad de una persona, sino de la combinación entre popularidad y distancia social. Esta conclusión ayuda a explicar por qué algunos chismes se difunden rápida y ampliamente, mientras que otros rumores nunca llegan a propagarse.
Principales conclusiones del estudio
Según la investigación original:
- Las personas tienen más probabilidades de compartir un chisme con quienes son populares y no están directamente conectados con el objetivo del chisme. Esta estrategia aumenta la probabilidad de que la información se difunda lejos, pero reduce la posibilidad de que llegue a la persona de la que se habla.
- Los participantes, tanto en redes sociales artificiales como reales, utilizaron de forma constante la distancia social y la popularidad para predecir por dónde circularía el chisme. Incluso en complejas redes reales de residencias universitarias, con miles de posibles lazos de amistad, los estudiantes supieron juzgar con precisión qué conexiones favorecerían más o menos la propagación del chisme.
- La mayoría de las personas no llevan un control consciente de todas sus relaciones. En su lugar, el cerebro forma mapas funcionales y comprimidos que nos permiten hacer predicciones sociales rápidas y eficaces.
- El equipo de investigación creó modelos computacionales para comparar distintas estrategias de difusión de la información. Descubrieron que las decisiones de las personas se parecen mucho a los modelos de “cascada”, que también utilizan las plataformas de redes sociales para predecir cómo se hace viral un contenido.
- Estos resultados desafían el estereotipo de que el chisme es algo banal o irreflexivo. Los cálculos mentales que hay detrás demuestran cómo el cerebro gestiona enormes cantidades de datos sociales, de manera similar a los algoritmos que rigen las redes digitales.
- Los autores también señalan que, cuando se proporcionaba a los participantes información adicional sobre la confiabilidad de las personas, eran capaces de adaptar su estrategia de chismorreo, lo que demuestra aún más la flexibilidad de estos modelos mentales.
El papel de los mapas cognitivos
Los periodistas de Neuroscience News destacan que una de las ideas clave de esta investigación es la importancia de los mapas cognitivos en el cotilleo y la navegación social. Resumen que trabajos previos del mismo equipo ya habían demostrado que las personas repasan recuerdos de interacciones diarias (a veces incluso durante el sueño) para actualizar sus mapas mentales de relaciones sociales. En el nuevo estudio, estos mapas no solo guían en quién confiamos, sino también cómo estimamos la propagación de la información a través de una red de amistades.
Según el resumen divulgativo de Neuroscience News, los investigadores señalan que el enfoque del cerebro respecto al cotilleo es tan sofisticado que se asemeja a los algoritmos que impulsan la viralidad de contenidos en las plataformas sociales digitales. Según el artículo, esto sugiere que las estrategias que utiliza nuestro cerebro para compartir información en grupos sociales reales pueden reflejar reglas computacionales que las empresas tecnológicas han empezado a implementar recientemente en las redes digitales.
Conclusiones de los autores
Los autores del estudio concluyen que la capacidad de las personas para cotillear de forma estratégica depende de procesos cognitivos ocultos pero potentes. Al combinar de manera inconsciente la distancia social y la popularidad, los individuos pueden compartir secretos de forma amplia minimizando el riesgo. Estos hallazgos subrayan que el cotilleo no es algo aleatorio o trivial, sino que está arraigado en el extraordinario talento del cerebro para el razonamiento social.
Los investigadores reconocen que sus redes artificiales eran más sencillas que los entornos sociales reales y que en futuros estudios será necesario analizar más factores y diferentes tipos de relaciones. No obstante, los mecanismos básicos parecen sólidos incluso en escenarios complejos y reales.
La preimpresión de este estudio está disponible en: https://osf.io/preprints/psyarxiv/yq82d_v1. El artículo final revisado por pares se publicó en Nature Human Behaviour (se requiere suscripción): DOI: 10.1038/s41562-025-02241-2. Se puede encontrar más información y comentarios en Neuroscience News (https://neurosciencenews.com/gossip-brain-neuroscience-29395/).
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