Los científicos descubren que los deterioros cognitivos persisten 3 meses después de dejar de consumir alcohol

Un nuevo estudio de la Universidad Johns Hopkins (EE. UU.) ofrece pruebas contundentes de que el consumo crónico de alcohol provoca deterioros cognitivos a largo plazo al alterar circuitos cerebrales clave implicados en la toma de decisiones. Por primera vez, los científicos han demostrado en un modelo animal que estos déficits persisten durante meses después de la abstinencia, y han identificado alteraciones específicas en el estriado dorsomedial, una región del cerebro fundamental para la toma de decisiones adaptativa. Este enfoque innovador establece vínculos directos y cuantificables entre la exposición prolongada al alcohol y la disfunción cognitiva persistente, lo que tiene importantes implicaciones para comprender la adicción y las recaídas.

Los científicos descubren que los deterioros cognitivos persisten 3 meses después de dejar de consumir alcohol Imagen de Shutterstock

Sobre la investigación: métodos, equipo y publicación

Según informa Neuroscience News, la investigación fue realizada por neurocientíficos de la Universidad Johns Hopkins, bajo la dirección de la autora principal Patricia Janak, especialista en biología de la adicción, y del primer autor Yifeng Cheng. También participaron Robin Magnard, Angela J. Langdon (de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU.) y Daeyeol Lee, profesor distinguido Bloomberg de Neurociencia y Ciencias Psicológicas y del Cerebro en la misma universidad.

El estudio, publicado en Science Advances (DOI: 10.1126/sciadv.adt0200), utilizó un modelo bien establecido con ratas para simular los efectos del trastorno por consumo de alcohol (AUD, por sus siglas en inglés) en humanos. Se expuso a ratas macho y hembra a altos niveles de etanol durante un mes, seguido de un periodo de abstinencia de casi tres meses. Posteriormente, se les aplicó una prueba conductual compleja conocida como tarea dinámica de aprendizaje inverso probabilístico.

Esta tarea exige la capacidad de adaptarse a patrones de recompensa cambiantes, un proceso que imita escenarios reales de toma de decisiones. Una de las palancas ofrecía mayor probabilidad de obtener recompensa, pero esa probabilidad se invertía a intervalos aleatorios. Para obtener el máximo beneficio, las ratas debían detectar estos cambios y ajustar rápidamente su comportamiento.

Mientras que las ratas del grupo de control aprendieron la tarea con eficiencia, las que habían estado expuestas al alcohol — especialmente los machos — mostraron dificultades. Su capacidad de toma de decisiones era más lenta, menos estratégica y más rígida.

¿Qué hace diferente a este estudio?

A diferencia de estudios anteriores, que no lograban establecer paralelismos claros con el deterioro cognitivo observado en humanos tras la dependencia del alcohol, esta investigación incorporó una prueba que refleja de forma mucho más precisa las exigencias cognitivas reales que enfrentan las personas. En trabajos previos, las tareas utilizadas eran demasiado simples y podían ser superadas por animales expuestos al alcohol, lo que ocultaba los daños cognitivos más profundos.

La innovación de este estudio consiste en varios aspectos clave:

  • Complejidad de la tarea: El sistema de recompensas exigía memoria, adaptabilidad y atención, funciones que suelen estar afectadas en personas con trastorno por consumo de alcohol (AUD).
  • Periodo de observación: Los casi tres meses de abstinencia permitieron a los investigadores analizar los efectos a largo plazo, en lugar de limitarse a las consecuencias inmediatas.
  • Comparación por sexo: El estudio incluyó ratas macho y hembra, revelando diferencias sorprendentes en la susceptibilidad a los efectos del alcohol.

Principales hallazgos: cinco conclusiones clave

1. Los deterioros cognitivos son duraderos. Las ratas previamente expuestas al alcohol continuaron mostrando un bajo rendimiento en tareas de toma de decisiones incluso después de casi tres meses de abstinencia. Esto sugiere que el daño a las funciones cognitivas puede persistir mucho tiempo después de dejar de consumir alcohol.

Ejemplo: Una persona en proceso de recuperación puede seguir teniendo dificultades para planificar o tomar decisiones rápidas varios meses después de haber dejado de beber.

2. El daño cerebral afecta una zona específica: el estriado dorsomedial. Esta región del cerebro, fundamental para evaluar opciones y adaptarse a situaciones cambiantes, mostró una actividad neuronal alterada en las ratas expuestas al alcohol.

Ejemplo: Una persona podría seguir tomando decisiones impulsivas o mal fundamentadas debido al deterioro funcional en esta área del cerebro.

3. Las señales cerebrales vinculadas a la toma de decisiones se debilitan. Las ratas del grupo de control mostraron señales neuronales intensas asociadas a la toma de decisiones, mientras que las ratas expuestas al alcohol presentaron una actividad neuronal reducida en los mismos circuitos.

Ejemplo: Incluso ante una opción claramente mejor, una persona podría no reconocerla o tardar en actuar de manera adecuada debido a esta disfunción.

4. El alcohol modifica las estrategias de aprendizaje. Las ratas expuestas al alcohol adoptaron un enfoque más habitual y menos estratégico, apoyándose en patrones antiguos en lugar de adaptarse a la nueva información disponible.

Ejemplo: Una persona en recuperación podría recurrir a mecanismos de afrontamiento conocidos, pero ineficaces, en lugar de ajustar su comportamiento a nuevas circunstancias.

5. Diferencias por sexo en la respuesta cerebral. De forma sorprendente, el estudio detectó deterioros significativos solo en las ratas macho. Las hembras no mostraron el mismo nivel de declive cognitivo ni alteraciones en la actividad cerebral.

Ejemplo: Hombres y mujeres podrían experimentar de manera distinta las consecuencias cognitivas del consumo prolongado de alcohol, posiblemente debido a diferencias hormonales o estructurales en el cerebro.

Función cerebral y flexibilidad cognitiva: lo que revela el estudio

El estriado dorsomedial, una región situada en las profundidades del cerebro, es fundamental para la toma de decisiones adaptativa. Permite a las personas evaluar consecuencias, ajustar comportamientos y responder estratégicamente a nuevas situaciones. Cuando esta área se ve comprometida, como se observó en las ratas expuestas al alcohol, la capacidad de cambio cognitivo se reduce considerablemente.

En concreto, el daño en esta región puede afectar la capacidad de:

  • Cambiar de estrategia cuando cambian las circunstancias
  • Evaluar opciones según resultados variables
  • Aprender de las elecciones y errores del pasado
  • Controlar conductas impulsivas o automáticas
  • Integrar la memoria en las decisiones actuales

El estudio subraya que el alcohol no solo afecta a la memoria o al estado de ánimo, sino que ataca el núcleo de la adaptación conductual. Estos efectos reflejan los desafíos cognitivos que a menudo se observan en las personas que se recuperan de un trastorno por consumo de alcohol (AUD): dificultad para tomar decisiones en situaciones de incertidumbre, tendencia a aferrarse a viejos hábitos incluso cuando ya no son beneficiosos y lentitud de respuesta a la retroalimentación ambiental

Esta rigidez mental podría explicar por qué algunas personas recaen incluso tras largos periodos de abstinencia: sus cerebros tienen dificultades para actualizar los comportamientos según nuevas metas o recompensas. Los hallazgos refuerzan la necesidad urgente de incorporar la rehabilitación cognitiva en los tratamientos del AUD.

Por qué estos hallazgos son importantes: de la clínica a la neurociencia

Los hallazgos de este estudio van mucho más allá del laboratorio, arrojando luz sobre desafíos clave en el tratamiento clínico, la recuperación de adicciones y la investigación en neurociencia.

En el ámbito médico, el descubrimiento de que los déficits cognitivos persisten durante meses tras la abstinencia del alcohol subraya la importancia del seguimiento a largo plazo y del apoyo continuado para las personas en recuperación del trastorno por consumo de alcohol (AUD). Incluso después de una desintoxicación física completa, la función cerebral puede seguir alterada, lo que aumenta el riesgo de recaída.

En el contexto terapéutico, los resultados respaldan la necesidad de incorporar estrategias de rehabilitación cognitiva en los programas de tratamiento. Estas estrategias pueden incluir ejercicios orientados a reentrenar la toma de decisiones y mejorar la flexibilidad conductual, ayudando así a los pacientes a crear nuevas rutas neuronales que refuercen su proceso de recuperación.

Para la neurociencia, el estudio abre nuevas líneas de investigación sobre cómo la exposición crónica al alcohol modifica los circuitos cerebrales. Identificar con precisión los mecanismos que alteran regiones como el estriado dorsomedial podría conducir al desarrollo de terapias más específicas o medidas de prevención más eficaces.

Por último, las diferencias observadas entre machos y hembras resaltan la importancia de avanzar hacia modelos de tratamiento personalizados. Comprender cómo el alcohol afecta de manera diferente a los cerebros masculinos y femeninos puede contribuir a diseñar intervenciones más efectivas, tanto en la prevención como en la recuperación.

Conclusión: el cerebro recuerda lo que el cuerpo olvida

Aunque el cuerpo puede recuperarse del consumo de alcohol en cuestión de semanas, este estudio demuestra que el sistema cerebral responsable de la toma de decisiones permanece afectado durante mucho más tiempo. Para las personas con trastorno por consumo de alcohol, esto significa que, incluso tras alcanzar la sobriedad, pueden seguir enfrentando dificultades cognitivas que influyen en su comportamiento, su capacidad de planificación y su riesgo de recaída.

Al identificar los circuitos cerebrales específicos que resultan alterados y demostrar la persistencia de los déficits cognitivos, esta investigación representa un avance clave hacia diagnósticos más precisos, tratamientos más eficaces y estrategias de prevención más sólidas para el AUD. También ofrece una comprensión más profunda de la larga sombra que el alcohol puede proyectar sobre el cerebro.