El arte de recordar: ¿cómo almacena los recuerdos el cerebro?

Nos encontramos en constante interacción con el medio en el que vivimos. Desde que llegamos al mundo, cada día nuestra memoria almacena información: desde cómo atarnos los cordones hasta qué ocurrió en el Desembarco de Normandía, desde recordar la secuencia de un número de teléfono hasta cuáles son los pasos para preparar una tortilla. Pero de poco sirve toda la información que nos rodea si nuestro cerebro no la registra. ¿Cómo funciona nuestra memoria? ¿Cómo almacena los recuerdos el cerebro? Resuelve tus dudas con este artículo.

¿Cómo se almacenan los recuerdos en nuestro cerebro?
¿Cómo se almacenan los recuerdos en nuestro cerebro?

¿Qué entendemos por memoria?

La memoria se define como la capacidad mental destinada a compilar información y recuperarla posteriormente. Se lleva a cabo gracias a las millones de neuronas y las billones de conexiones sinápticas entre ellas.

La memoria nos permite adaptarnos al entorno, es producto de la evolución y se halla al servicio de la supervivencia. Aunque es un proceso sujeto a errores, determina quiénes somos a partir de lo que aprendemos y de todas las experiencias que atravesamos a lo largo de nuestras vidas.

Fases básicas de la memoria

No podemos reducir algo tan complejo como la memoria a un único procedimiento. De este modo, la dividimos en tres fases:

  • Codificación. La información se elabora para poder almacenarla posteriormente. Procesos como la motivación, la atención y la concentración son claves en esta etapa.
  • Almacenamiento. Se guardan los datos a corto o largo plazo para que se puedan utilizar más tarde.
  • Recuperación. Se trata del rescate de la información en el momento en el que precisamos de ella. Es lo que denominamos «recordar».

Cómo almacena los recuerdos el cerebro: Tipos de memoria

Existen diferentes vías por las que llegar a las tres fases explicadas en el punto anterior. De esta forma, hablamos de tipos de memoria. Todos son necesarios para el registro completo de información en nuestra mente, por ello, tener buena o mala memoria, dependerá de cómo almacena los recuerdos el cerebro.

Memoria sensorial

Se la conoce también por «memoria inmediata» y llega a nosotros mediante los sentidos con elevada exactitud. Con una duración de tan solo 200-500 milisegundos, puede desaparecer inmediatamente después o, por el contrario, transferirse a la memoria a corto plazo. Cada sentido tiene su propia ruta de registro y almacén de recuerdos.

Estamos recibiendo una cantidad enorme de estímulos a cada momento. Prestar atención a todos es imposible. Lo mismo ocurre con el almacenamiento. Los que sí son registrados son los que forman parte de esta memoria sensorial. Distinguimos entre:

  • Memoria ecoica. Utiliza la vía auditiva. Un ejemplo de su uso son las conversaciones, por lo que es vital para la comunicación interpersonal.
  • Memoria icónica. A través de la vía visual, permite retener imágenes segundos después de que estas desaparezcan.
  • Memoria olfativa. Es la más poderosa en cuanto a la evocación de recuerdos.
  • Memoria háptica. Almacena sensaciones táctiles: picor, calor, dolor, cosquilleo, etc. Permite las interacciones con los objetos y el reconocimiento de estos mediante el tacto.
  • Memoria gustativa. Relaciona los sabores y los gustos. Depende de elementos como consecuencias gastrointestinales, el grado de expectación o de saciedad ante un alimento.

Memoria a corto plazo

Se crea a partir de la memoria sensorial después de un proceso de atención. Dura entre 30 y 45 segundos y su capacidad de retención es de 7+-2 ítems. Mantiene los datos en la mente durante unos instantes sin necesidad de que estos estén presentes y es la base para otros tipos de memorias y procesos cognitivos.

Memoria de trabajo

Conocida también como «memoria operativa», es un subtipo de memoria a corto plazo. Se encarga de la información que se debe retener y la manipula para llevar a cabo labores importantes (por ejemplo, la solución de problemas, la toma de decisiones, el razonamiento o la comprensión).

Memoria a largo plazo

A diferencia de la memoria a corto plazo, esta posibilita el almacén de manera prolongada. Puede permanecer el cerebro semanas, meses, años e incluso el resto de nuestra vida. Este «cajón de recuerdos» está, a su vez, subdividido en compartimentos:

Memoria implícita

También conocida como «memoria procedimental» o «memoria instrumental», se centra en el aprendizaje de habilidades o patrones de acciones de manera inconsciente. Se activa automáticamente y una de sus peculiaridades es que existen dificultades a la hora de verbalizar las secuencias (es más fácil enseñarlo haciéndolo que explicando cómo se hace). Son ejemplos anudarse la corbata o patinar (¡incluso después de años!).

  • Memoria incidental. Este subtipo, también conocido como «priming», consiste en el aumento de la identificación o el procesamiento de un ítem porque este ya se ha presentado con anterioridad. Por ejemplo, cuando se escucha un nombre hace poco, es más probable que aparezca en la mente más rápido que otros.

Memoria explícita

Se le llama «memoria declarativa» y se refiere al conocimiento que tenemos acerca de las cosas, los lugares y los significados de ambos. Se accede a ella de un modo consciente y las verbalizaciones son más fáciles.

La memoria explícita se divide, a su vez, en otros dos subtipos:

  • Memoria semántica. Es el conjunto de información almacenada con el paso de los años. La temática es muy variada: cultural, histórica, literaria, científica, geográfica, etc. También se incluyen los nombres asociados a personas, las palabras por las que se conocen a los distintos objetos y lo que significan, etc. Por ejemplo, saber que un perro es un mamífero, que el Sena es el río que atraviesa París, que el hielo es el estado sólido del agua o que Barack Obama fue presidente de Estados Unidos.
  • Memoria episódica. Llamada «memoria autobiográfica», se refiere al recuerdo de experiencias o sucesos determinados. Por ejemplo, el día del nacimiento de un hijo, el momento de recibir un paquete en casa o el día de la boda.
La memoria episódica o autobiográfica es un subtipo de memoria a largo plazo
La memoria episódica o autobiográfica es un subtipo de memoria a largo plazo

Otros tipos de memoria

Memoria retrospectiva

Los recuerdos que se evocan pertenecen al pasado. En esta categoría se pueden incluir todos los tipos que hemos visto anteriormente.

Memoria prospectiva

Se utiliza cuando somos conscientes de que debemos recordar algo en el futuro y nos esforzamos por ello. Por ejemplo, cuando pensamos que al día siguiente tenemos que enviar un correo importante, o cuando ponemos la lavadora y tenemos en cuenta que deberemos tenderla dentro de un rato.

Memoria de reconocimiento

Se activa cuando un elemento nos resulta familiar y por qué es así. Por ejemplo, en un examen con preguntas tipo test donde debemos reconocer la opción verdadera.

Memoria de recuperación

A diferencia de la anterior, la empleamos cuando debemos recordar algo y no contamos con ninguna clave para ello. Por ejemplo, ante preguntas abiertas de examen como «escribe todo lo que sepas sobre la Revolución Industrial».

Áreas cerebrales relacionadas con el almacenamiento de recuerdos

Mientras que el hipocampo es la región del cerebro donde se produce la memoria a corto plazo, la corteza cerebral es la que almacena los recuerdos a largo plazo. Se han encontrado evidencias científicas de que, a diferencia de lo que se creía anteriormente, ambos tipos de recuerdos se generan de forma simultánea.

Además, existen regiones especializadas en tipos de recuerdos o aprendizajes concretos. Veamos algunos ejemplos:

  • Cerebelo. Se encarga de los procesos automáticos que necesitamos a diario (desde la coordinación motora hasta la conducción de un coche, pasando por el equilibrio, entre otros).
  • Lóbulos frontales. Relacionados con las funciones ejecutivas, es decir, aquellas que nos otorgan la racionalidad (el lenguaje, la socialización, la capacidad de improvisación, el control de impulsos, etc.)
  • Córtex temporal. Se ha visto asociación con los recuerdos registrados en la infancia.
  • Sistema límbico. Implicado en los recuerdos asociados a emociones.

¿Por qué la repetición se asocia con el aprendizaje?

Todos sabemos que una de las técnicas de estudio más utilizadas es la repetición (interna o verbalizada) hasta la memorización. Cada vez que aprendemos algo, se crean nuevas conexiones entre neuronas. Para acceder a los recuerdos de estos nuevos aprendizajes y que estén disponibles con mayor facilidad, es necesario reforzar estas vías neuronales en varias ocasiones. Así, cuanto más repetición, más consolidación del recuerdo.

¿Existe relación entre las emociones y la memoria?

Como hemos visto, así es. Un aprendizaje con una carga emocional grande resultará casi imposible de olvidar. En otras palabras, lo que nos emociona mucho queda en nuestra memoria durante largos períodos de tiempo. Esto es aplicable tanto para emociones positivas como para las negativas.

Los recuerdos asociados a emociones duran mucho más tiempo
Los recuerdos asociados a emociones duran mucho más tiempo

Por otro lado, recordamos con más intensidad nuestras primeras veces en aquello que es importante para nosotros (por ejemplo, el primer día de la universidad, el primer beso o la primera vez que se viaja al extranjero).

Aquí podríamos destacar la memoria flash, encargada de recuerdos autobiográficos muy detallados y vívidos en momentos impactantes, sorprendentes o de fuerte carga emocional. Por ejemplo, en el caso de accidentes o atentados.

«Recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para quien tiene corazón» — Gabriel García Márquez

¿Qué es el olvido y cómo funciona? 

Los recuerdos no son permanentes, en especial si no se refuerzan, por lo que algunos terminan desapareciendo. Esto se conoce como olvido. Se debe a que el tejido cerebral cambia constantemente: neuronas que mueren y/o conexiones que cambian o se vuelven más débiles. El paso del tiempo, el contexto de aprendizaje con respecto al contexto de recuperación, las interferencias a la hora de aprender, la intensidad de la consolidación del recuerdo, etc., son algunos de los motivos por los que somos incapaces de acceder a cierta información registrada con anterioridad.

Hay veces en las que el recuerdo se pierde para siempre, pero en otras nos encontramos con la incapacidad temporal de acceder a la información. Por ejemplo, «tener una palabra en la punta de la lengua» o cuando nos suena la cara de una persona y no logramos saber de qué.

También puede producirse olvido a causa de un suceso traumático, tanto orgánico como funcional, lo que conocemos por amnesia. Al igual que este, existen otros problemas de memoria a los que hay que prestar atención para intervenir lo antes posible y minimizar así las consecuencias derivadas.

Estrategias para una mejor recuperación de los recuerdos, ¿Por qué es importante entrenar la memoria?

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Una de las propiedades más hermosas de nuestro cerebro es su plasticidad. Esta nos permite seguir aprendiendo toda la vida y evitar perder, con el tiempo, los recuerdos que nos importan. Debemos aprovechar esta capacidad y trabajar en nuestro cerebro. ¿Cómo?

  • Entrena los recuerdos. Practicar con frecuencia el recuerdo de aquellas cosas que no queremos olvidar ayuda a fortalecer sus conexiones. Nombres de allegados, fechas especiales o la alineación de nuestro equipo favorito. ¡Todo vale!
  • Utiliza el chunking. Ya hemos visto que la memoria a corto plazo puede retener hasta 7+-2 ítems. La técnica del chunking consiste en la agrupación de elementos, así que permite recordar algo más. Por ejemplo, en lugar de memorizar las nueve cifras de un número de teléfono, hacerlo en paquetes de tres. ¡Notarás la diferencia!
  • Ejercita la memoria de trabajo. Apuesta por los juegos que te hagan pensar, planificar, tomar decisiones. Los sudokus, sopas de letras, crucigramas o el ajedrez son algunos ejemplos. El entretenimiento no está reñido con los cuidados del cerebro.
  • Respeta tus horas de sueño. Tendemos a subestimar el poder de un buen descanso, pero es el momento en el que nuestro cerebro aprovecha para estabilizar y consolidar recuerdos. Por esta razón, le hacemos un flaco favor a la memoria cuando nos quedamos estudiando toda la noche antes del examen en lugar de dormir.
  • Cuida tu alimentación. Se ha visto que la restricción calórica no solo mejora la salud, sino que retrasa el envejecimiento cerebral y el declive cognitivo asociado. Por tanto, una alimentación sana favorece la conservación de la memoria.
  • Di sí al deporte. Lo decimos siempre: la actividad física beneficia enormemente al organismo, procesos cognitivos incluidos. Ayuda a las neuronas en la codificación y recuperación de los recuerdos, mejorando además el tiempo de reacción y la velocidad de procesamiento.
  • Apuesta por la lectura. Dicen que los libros son la mejor forma de viajar sin movernos de casa, y si además nos ayudan a mantener activa la mente, se disfrutan por dos. Es muy importante no aburrirse leyendo, porque perdemos el interés, así que tenemos que escoger aquellas lecturas que realmente nos gusten. ¿Solo valen los libros? ¡No! Periódicos, revistas, incluso la etiqueta del champú. No importa, pero lee.
  • Aprende idiomas. Con el tiempo, la flexibilidad mental y las capacidades cognitivas parecen encontrarse mejor en las personas bilingües. Pero no hace falta dominar a la perfección dos o más idiomas para que el cerebro trabaje, saber defendernos en otra lengua ya implica un trabajo mental. El freno no lo marca la edad, sino la actitud.