
Estudio: El sedentarismo se asocia al declive cerebral, incluso si haces ejercicio
Un nuevo estudio longitudinal ha revelado que permanecer sentado durante largos periodos de tiempo, incluso en personas que hacen ejercicio a diario, puede reducir el tamaño de áreas del cerebro relacionadas con la memoria y aumentar el riesgo de deterioro cognitivo, especialmente en adultos mayores de 50 años. Los investigadores descubrieron que el efecto era más pronunciado en personas con predisposición genética a la enfermedad de Alzheimer, lo que subraya la importancia de reducir el sedentarismo como estrategia preventiva para el envejecimiento cerebral.

El comportamiento sedentario y la salud cerebral: una preocupación creciente
La enfermedad de Alzheimer y los factores de riesgo relacionados con el estilo de vida
La enfermedad de Alzheimer afecta a más de 7 millones de estadounidenses mayores de 65 años, y el número sigue creciendo. Según el informe 2025 Alzheimer’s Disease Facts and Figures (Datos y cifras sobre la enfermedad de Alzheimer en 2025) de la Asociación de Alzheimer, se estima que 7,2 millones de estadounidenses de este grupo de edad vivirán con Alzheimer en 2025. Esto supone un aumento con respecto a los 6,7 millones de 2023, y se espera que la cifra aumente hasta casi 13 millones en 2050, si no se producen avances médicos importantes.
Aunque la edad y la genética siguen siendo factores de riesgo clave, cada vez hay más pruebas que sugieren que los hábitos cotidianos pueden desempeñar un papel importante en la salud cerebral. Entre ellos, el sedentarismo, definido como el tiempo que se pasa sentado o tumbado mientras se está despierto, se ha convertido en una amenaza silenciosa. Un nuevo estudio publicado en Alzheimer’s & Dementia (https://doi.org/10.1002/alz.70157), dirigido por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt y la Universidad de Pittsburgh (EE. UU.), proporciona algunas de las pruebas más sólidas hasta la fecha de que estar sentado durante mucho tiempo puede provocar cambios físicos en el cerebro y acelerar el deterioro mental.
Cómo los investigadores descubrieron el coste oculto de estar demasiado tiempo sentado
El estudio fue dirigido por la Dra. Marissa Gogniat, profesora adjunta de Neurología en la Universidad de Pittsburgh, y la Dra. Angela Jefferson, profesora de Neurología y directora del Centro Vanderbilt para la Memoria y el Alzheimer. Su investigación forma parte del Proyecto Vanderbilt sobre la Memoria y el Envejecimiento, una amplia iniciativa longitudinal que realiza un seguimiento de la salud cerebral en adultos mayores.
En la investigación participaron un total de 404 adultos de 50 años o más. Cada participante llevó un reloj de actigrafía durante una semana completa, lo que permitió a los investigadores medir con precisión el tiempo que pasaban sedentarios. Durante un periodo de siete años, los participantes también se sometieron a pruebas neuropsicológicas y a resonancias magnéticas cerebrales de 3 Teslas (3T), lo que proporcionó a los investigadores datos sobre el rendimiento cognitivo y los cambios estructurales en el cerebro.
El estudio se centró en las áreas del cerebro más vulnerables a la enfermedad de Alzheimer, incluido el hipocampo, que desempeña un papel fundamental en la formación de la memoria. Los investigadores hicieron un seguimiento de la reducción de estas áreas y la relacionaron con el tiempo que pasaban sentados.
Estudios anteriores y en qué se diferencia este
Investigaciones anteriores ya habían apuntado a la existencia de vínculos entre la inactividad y el deterioro cognitivo, pero muchas de ellas eran a corto plazo o no tenían en cuenta los hábitos de ejercicio. Lo que distingue a este estudio es su seguimiento a largo plazo, la monitorización objetiva de la actividad y el análisis de los factores de riesgo genéticos, en particular el alelo APOE-e4, un marcador bien conocido de la susceptibilidad al Alzheimer.
¿Qué hace que este estudio sea único?
- Medición objetiva del tiempo sedentario: A diferencia de los estudios que se basan en autoinformes, los participantes llevaron un monitor de actividad de grado médico, lo que proporcionó información precisa sobre su comportamiento.
- Seguimiento de siete años: Esta perspectiva a largo plazo permitió a los investigadores observar cambios graduales que los estudios a corto plazo suelen pasar por alto.
- Estratificación genética: Al dividir a los participantes en función de su estado APOE-e4 (un factor de riesgo genético para el Alzheimer), los investigadores pudieron analizar cómo los hábitos sedentarios afectaban de manera diferente a las personas con alto riesgo.
- Análisis multimodal: El estudio integró imágenes cerebrales, datos genéticos y pruebas cognitivas, lo que ofreció una visión completa de la salud cerebral.
- Resultados independientes de los niveles de ejercicio: Incluso las personas físicamente activas experimentaron efectos negativos si permanecían sentadas demasiado tiempo, lo que desmiente el mito de que el ejercicio por sí solo compensa un estilo de vida sedentario.
¿A qué conclusiones llegaron los investigadores?
Según informaron los investigadores, «los mecanismos que subyacen a los efectos negativos de un mayor sedentarismo pueden estar actuando independientemente de los mecanismos que subyacen a los efectos positivos de la actividad física, y tal vez la actividad física no mitiga todos los efectos nocivos del sedentarismo. Este hallazgo concuerda con otros estudios que sugieren el impacto independiente y adverso del aumento del sedentarismo en los resultados de salud».
«En conclusión, hemos observado que un mayor sedentarismo se asociaba con una peor neurodegeneración y cognición, tanto de forma transversal como longitudinal, a pesar de los altos niveles de actividad física de la cohorte. Estos hallazgos son especialmente importantes en el contexto del envejecimiento, ya que las limitaciones de movilidad y el aumento del tiempo sedentario son mayores en las personas mayores. Este estudio también aporta información novedosa y preliminar para comprender cómo el sedentarismo puede interactuar con el riesgo genético de padecer EA. Desde un enfoque de medicina personalizada, los profesionales sanitarios podrían considerar la posibilidad de evaluar no solo el régimen de ejercicio de los pacientes, sino también el tiempo que pasan sedentarios a lo largo del día, y recomendar una reducción de dicho comportamiento sedentario, además de aumentar la actividad física diaria. En resumen, este estudio contribuye a nuestra comprensión de cómo un mayor comportamiento sedentario se asocia con la neurodegeneración y los cambios cognitivos relacionados con la EA», señala el equipo de investigación.
Cómo afecta el estar sentado a funciones cerebrales clave como la memoria, el habla y la concentración
El hipocampo y otras regiones del cerebro afectadas por estar sentado durante mucho tiempo son esenciales para:
- Memoria y aprendizaje: retener información nueva y recordar experiencias pasadas.
- Fluidez verbal y nombrar objetos: encontrar las palabras adecuadas y comunicarse con claridad.
- Velocidad de procesamiento y toma de decisiones: comprender y responder rápidamente a la información.
- Orientación espacial y concentración: orientarse en entornos y mantener la atención.
Estas funciones son vitales para el rendimiento mental cotidiano, no solo en entornos clínicos, sino también en la vida diaria, desde seguir conversaciones hasta gestionar las finanzas o recordar citas.
El comportamiento sedentario prolongado se asocia con cambios en estas regiones del cerebro a lo largo del tiempo, que están relacionados con los primeros signos de deterioro cognitivo, como la reducción de la concentración, la dificultad para recordar nombres o acontecimientos recientes, la fatiga mental y la lentitud en el pensamiento.
No se trata solo de prevenir el Alzheimer en un futuro lejano, sino de preservar la claridad, la autonomía y la agudeza mental que permiten a las personas mayores vivir de forma independiente, mantenerse socialmente conectadas y seguir participando en actividades significativas en la actualidad.
Por qué estos hallazgos son importantes para la salud pública, la investigación y la vida cotidiana
Las implicaciones de este estudio van mucho más allá del laboratorio. A medida que aumenta la esperanza de vida y se incrementan los casos de Alzheimer, comprender cómo los hábitos diarios afectan a la salud cerebral se está convirtiendo en una necesidad cada vez más urgente.
En el ámbito científico, los hallazgos respaldan el consenso cada vez mayor de que el sedentarismo es un factor de riesgo independiente para el deterioro cognitivo. Estos resultados animan a los investigadores a incluir el tiempo que se pasa sentado como variable clave en los estudios sobre el envejecimiento y la función cerebral.
En medicina, esta investigación destaca la necesidad de ir más allá de las rutinas de ejercicio y tener en cuenta el tiempo total que los pacientes pasan sentados en sus evaluaciones. Reducir el tiempo que se pasa sentado podría convertirse en una estrategia valiosa y económica para preservar la salud cognitiva, especialmente en las personas mayores.
En el ámbito educativo y laboral, el estudio refuerza los beneficios de añadir más movimiento a las rutinas diarias. Esto incluye medidas sencillas como utilizar escritorios de pie, fomentar las reuniones caminando o incorporar breves pausas para realizar actividades en las aulas y oficinas.
Para la sociedad en general, el mensaje clave es claro: mantener la salud cerebral no consiste solo en hacer ejercicio de forma regular, sino en mantenerse activo durante todo el día. Animar a las personas, especialmente a las mayores de 50 años, a interrumpir los periodos prolongados de sedentarismo puede ayudar a retrasar el envejecimiento cognitivo y aliviar la creciente carga que suponen las enfermedades neurodegenerativas.
Conclusiones finales: Muévete para mantener la mente activa
Este estudio de la Universidad de Vanderbilt y la Universidad de Pittsburgh transmite un mensaje claro: el tiempo que pasas sentado es tan importante como la frecuencia con la que te mueves. Especialmente para los adultos mayores de 50 años, y en particular para aquellos con predisposición genética al Alzheimer, reducir el tiempo que se pasa sentado no es opcional, es esencial.
La información en este artículo se proporciona únicamente con fines informativos y no constituye asesoramiento médico. Para obtener asesoramiento médico, consulta a tu médico.