Estudio: Inquietud y mal sueño a los 9 meses podrían predecir signos tempranos de autismo

Una nueva investigación de la Universidad de Missouri (EE. UU.) revela que ciertos rasgos de comportamiento en bebés de 9 meses, como el malestar frecuente, los problemas para dormir y la dificultad para adaptarse, pueden ser signos tempranos de comportamientos relacionados con el autismo. Estos indicadores, comunicados por los padres a través de cuestionarios estructurados, se asociaron con una mayor probabilidad de riesgo de autismo tan solo tres meses después. Los resultados sugieren que la detección del autismo podría ser más eficaz y accesible si se aprovecharan las observaciones de los padres mucho antes de la edad habitual de diagnóstico, que es entre los 3 y los 5 años.

Estudio: Inquietud y mal sueño a los 9 meses podrían predecir signos tempranos de autismo. Imagen de Shutterstock

Diseño del estudio: Cómo los científicos relacionaron el comportamiento infantil con el riesgo de autismo

Según Neuroscience News, el estudio fue realizado por los investigadores Erin Andres y Stephen Sheinkopf del Centro Thompson para el Autismo y el Neurodesarrollo de la Universidad de Missouri. Su investigación se centra en los primeros signos de diferencias en el desarrollo neurológico, y este estudio específico forma parte de un proyecto longitudinal que realiza un seguimiento del desarrollo de los bebés desde el nacimiento. El estudio se publicó el 22 de enero de 2025 en Pediatric Research, una revista revisada por pares del Nature Publishing Group (https://doi.org/10.1038/s41390-025-03867-8).

Cómo se llevó a cabo el estudio

En el estudio participaron 332 bebés (168 niños y 164 niñas), cuyas madres completaron dos herramientas clave a los 9 y 12 meses:

  • A los 9 meses: se utilizó la Encuesta sobre el Bienestar de los Niños Pequeños (Survey of Well-Being of Young Children, SWYC) para evaluar el temperamento, el comportamiento y los hitos del desarrollo. Esta encuesta analizó conductas como la irritabilidad, las dificultades para dormir, el llanto frecuente y la resistencia a nuevos entornos.
  • A los 12 meses: los padres completaron el First Year Inventory-Lite (FYI-Lite), un cuestionario especializado para la detección temprana del autismo, que evalúa indicadores como la capacidad de respuesta social, la sensibilidad sensorial y los comportamientos repetitivos.

Para añadir otra dimensión al estudio, las madres también completaron el Cuestionario del Fenotipo Ampliado del Autismo (Broad Autism Phenotype Questionnaire, BAPQ), que evalúa rasgos autistas subclínicos en adultos. Esto permitió a los investigadores controlar posibles sesgos en los informes parentales relacionados con la propia neurodiversidad de las madres.

Se utilizaron modelos de regresión para identificar asociaciones entre el temperamento temprano y la probabilidad de presentar signos de autismo más adelante, teniendo en cuenta tanto el nivel educativo materno como los resultados del BAPQ.

Investigaciones previas sobre el tema

La mayoría de los estudios de detección del autismo se centran en niños con riesgo familiar (por ejemplo, hermanos de niños autistas), lo que significa que parten de poblaciones con un riesgo elevado. Por el contrario, este estudio destaca por utilizar una cohorte de nacimiento general, un enfoque más representativo y escalable que refleja la población en general.

¿Qué hace innovador a este estudio?

  • Utiliza una muestra de población general, no solo grupos de alto riesgo. La mayoría de las investigaciones anteriores se han centrado en bebés con un riesgo elevado conocido de autismo, como aquellos que tienen hermanos autistas. Este estudio marca una diferencia al utilizar una muestra amplia basada en la comunidad, lo que hace que sus hallazgos sean más aplicables a la población general.
  • Valida la percepción parental como una fuente fiable de datos. En lugar de basarse únicamente en observaciones clínicas, los investigadores utilizaron los informes de los padres sobre el comportamiento de sus hijos para evaluar el riesgo temprano de desarrollo. Este enfoque otorga a los cuidadores un papel más activo en la detección precoz y destaca la precisión de las observaciones cotidianas.
  • Controla la neurodiversidad materna. Al incluir el Cuestionario del Fenotipo Ampliado del Autismo (BAPQ), que evalúa rasgos autistas subclínicos en los padres, los investigadores incorporaron un nivel crucial de objetividad al análisis. Esto ayuda a garantizar que las asociaciones encontradas estén basadas en el comportamiento infantil y no en posibles sesgos parentales.
  • Abre la puerta a herramientas de detección basadas en inteligencia artificial. Los resultados del estudio podrían integrarse en sistemas digitales de salud, permitiendo que los historiales médicos electrónicos o los algoritmos de aprendizaje automático identifiquen señales de advertencia tempranas. Esto podría transformar radicalmente el momento y la forma en que se detectan los niños que necesitan evaluación y apoyo adicionales.

Principales conclusiones del estudio

1. La inquietud a los 9 meses indica un mayor riesgo de autismo

Los bebés descritos como especialmente inquietos — que lloraban a menudo, eran difíciles de calmar o se angustiaban con facilidad — obtuvieron puntuaciones significativamente más altas en la prueba de detección del autismo a los 12 meses.

Ejemplo: Un bebé que llora con frecuencia cuando conoce a personas nuevas o se encuentra en entornos desconocidos puede estar mostrando signos de dificultad para adaptarse, un comportamiento temprano relacionado con el autismo.

2. Los patrones de sueño deficientes se correlacionan con signos posteriores

Los padres que informaron que sus bebés tenían problemas para conciliar el sueño o permanecer dormidos eran más propensos a observar la aparición de comportamientos relacionados con el autismo tan solo tres meses después.

Ejemplo: Un bebé de 9 meses que se despierta varias veces por la noche y tiene dificultades para conciliar el sueño puede beneficiarse de un seguimiento más estrecho de su desarrollo.

3. Los retrasos en hitos del desarrollo fueron predictivos

El retraso en alcanzar hitos motores y de comunicación a los 9 meses —como sentarse o balbucear— se relacionó con un mayor riesgo de autismo a los 12 meses.

Ejemplo: Un bebé que aún no gatea o rara vez establece contacto visual mientras balbucea podría beneficiarse de una evaluación del desarrollo.

4. La dificultad para adaptarse a cambios fue una señal clara

Los bebés que mostraron problemas para adaptarse a nuevas rutinas, entornos o cuidadores tenían más probabilidades de presentar signos tempranos de autismo.

Ejemplo: Un niño que llora cada vez que hay un cambio en la rutina diaria —como un nuevo cuidador o un viaje— puede ser especialmente sensible a las alteraciones del entorno.

5. Las observaciones parentales fueron predictores consistentes

Los comportamientos señalados por los cuidadores a los 9 meses resultaron ser más predictivos del riesgo de autismo que muchas métricas clínicas utilizadas durante la infancia, lo que refuerza la validez de las observaciones familiares.

Ejemplo: La preocupación de una madre porque su bebé no responde a su nombre a los 10 meses ahora puede considerarse un dato relevante para una evaluación temprana.

¿Qué nos dice el comportamiento infantil sobre el desarrollo cerebral?

Los comportamientos observados en el estudio — como la irritabilidad, la baja adaptabilidad y las alteraciones del sueño — suelen estar relacionados con el desarrollo temprano de la autorregulación emocional, el procesamiento sensorial y las funciones ejecutivas. Estas habilidades son fundamentales para el desarrollo cognitivo. Las alteraciones en estas áreas pueden manifestarse posteriormente como dificultades en la comunicación, el aprendizaje y la interacción social.

La investigación sugiere que lo que podría parecer simplemente rasgos de personalidad en la infancia podría reflejar diferencias neurológicas tempranas. Identificar estas variaciones permite a los profesionales apoyar el desarrollo cerebral durante su fase más plástica y receptiva: los primeros tres años de vida.​

La detección temprana de estos indicadores conductuales es especialmente importante debido a la alta adaptabilidad del cerebro infantil. Con intervenciones oportunas, es posible fortalecer las vías neuronales clave y mejorar la capacidad del niño para afrontar cambios, regular emociones y desarrollar las habilidades sociales necesarias para el éxito futuro en la escuela y en las relaciones. Esto subraya el valor de observar las señales tempranas no solo para abordar posibles riesgos, sino también para fomentar proactivamente un crecimiento cognitivo y emocional saludable desde el inicio de la vida.​

Importancia de estos hallazgos para médicos, científicos y familias

Los resultados de este estudio tienen implicaciones significativas en diversos ámbitos — desde la atención médica hasta la educación — y podrían influir en cómo se detecta y gestiona el autismo en el futuro.​

En la comunidad científica, la investigación introduce un método escalable para estudiar el riesgo de autismo en poblaciones generales, en lugar de centrarse únicamente en grupos de alto riesgo. Al utilizar encuestas validadas informadas por los padres y considerar la neurodiversidad materna, el estudio ofrece un modelo de datos más inclusivo y representativo para la investigación del desarrollo temprano.​

En el ámbito médico, los pediatras y especialistas en desarrollo infantil podrían disponer de una nueva herramienta poderosa para identificar a niños que podrían beneficiarse de apoyo, meses o incluso años antes de que normalmente califiquen para un diagnóstico formal. Integrar señales reportadas por los padres, como alteraciones del sueño o baja adaptabilidad, en los chequeos de rutina podría cambiar la forma en que se ofrecen las intervenciones tempranas.​

En el sector educativo, los hallazgos respaldan la detección temprana de posibles desafíos en el aprendizaje y la comunicación, facilitando la provisión oportuna de apoyo en el desarrollo del lenguaje y las habilidades sociales antes de la edad preescolar. Este enfoque proactivo podría mejorar la preparación escolar y los resultados académicos a largo plazo.​

Para las familias y la sociedad, el estudio reafirma la importancia de confiar en la intuición parental y otorga a los cuidadores un papel más destacado en la evaluación del desarrollo. Cuando estos métodos de detección simples se integran en la atención pediátrica cotidiana — por ejemplo, a través de registros de salud digitales o aplicaciones móviles amigables para los padres— pueden ayudar a garantizar que todos los niños, independientemente de su origen o acceso a servicios especializados, reciban atención y apoyo oportunos durante etapas críticas de su desarrollo.​

En conjunto, la investigación tiene el potencial de adelantar significativamente la línea de tiempo en la atención del autismo, haciendo que el apoyo sea más oportuno, más específico y más efectivo.​

Conclusión

Los recientes hallazgos de la Universidad de Misuri representan un cambio prometedor en la detección del autismo: no años después de que aparezcan los primeros signos, sino desde los 9 meses de edad. Al centrar las observaciones parentales y combinarlas con herramientas de detección respaldadas por la investigación, el estudio sienta las bases para una atención al desarrollo más receptiva e inclusiva.​

Este trabajo no reemplaza el diagnóstico clínico, pero cierra una brecha crucial entre la intuición de los padres y la evaluación profesional. En un futuro cercano, los sistemas de salud impulsados por inteligencia artificial y las prácticas pediátricas podrían estar mejor equipados para identificar a los niños en riesgo e intervenir cuando el cerebro está más preparado para el crecimiento.​

Las herramientas digitales también pueden apoyar esta transformación. Aplicaciones como BabyBright de CogniFit están diseñadas para ayudar a los cuidadores a monitorear si su hijo se está desarrollando conforme a los hitos correspondientes a su edad. Estas plataformas traducen conocimientos científicos en orientación diaria y práctica, empoderando a los padres para rastrear patrones de comportamiento temprano, recibir alertas oportunas y entablar conversaciones informadas con los pediatras.​

Al reconocer el poder de las señales tempranas — especialmente aquellas notadas por las personas que mejor conocen a los bebés — esta investigación marca un paso crítico hacia la transformación del cuidado del autismo, pasando de un enfoque reactivo a uno proactivo.