Nuevo estudio vincula la misofonía con la flexibilidad cognitiva, no solo con la sensibilidad al sonido
Imagina sentir una oleada instantánea de ira al escuchar a alguien masticar o crujir los dedos, no por elección, sino como un reflejo incontrolable. Durante años, los científicos han buscado por qué ciertos sonidos cotidianos pueden provocar reacciones emocionales tan intensas. Un nuevo estudio publicado en el British Journal of Psychology sugiere que la respuesta podría no estar en los oídos, sino en la capacidad de la mente para mantenerse flexible.

Nota: Este artículo tiene fines informativos y educativos. Resume una investigación científica en un lenguaje accesible para un público amplio y no es un comunicado de prensa científico oficial.
Para la mayoría de las personas, ruidos como la respiración, el clic de un bolígrafo o el tecleo se desvanecen en el fondo. Pero para otras, esos mismos sonidos pueden provocar angustia, ansiedad o incluso ira. Esta condición, conocida como misofonía, se ha considerado durante mucho tiempo como una sensibilidad auditiva exagerada.
Una nueva investigación, publicada el 13 de septiembre de 2025 en el British Journal of Psychology, sugiere que la misofonía no se trata solo de oír, sino también de pensar. El estudio, titulado “Misophonia symptom severity is linked to impaired flexibility and heightened rumination” (La gravedad de los síntomas de la misofonía está relacionada con una menor flexibilidad y una mayor rumiación), encontró que las personas que experimentan reacciones misofónicas intensas también muestran signos de rigidez mental y pensamiento negativo repetitivo.
Un análisis más detallado del estudio
La investigación fue realizada por Vivien K. Black, Kenneth J. D. Allen, Hashir Aazh, Sheri L. Johnson y Mercede Erfanian. Las instituciones a las que están afiliados incluyen el Departamento de Psicología de la Universidad de California, Berkeley (EE. UU.); Hashir International Specialist Clinics & Research Institute for Misophonia, Tinnitus and Hyperacusis (Londres, Reino Unido); y ESSCA School of Management (Lyon, Francia).
El estudio explora cómo se relaciona la misofonía con dos rasgos cognitivos: la inflexibilidad emocional (dificultad para cambiar las respuestas emocionales) y la rumiación (pensamiento negativo repetitivo). Aunque la misofonía se ha considerado frecuentemente una condición sensorial (una sensibilidad exagerada a ciertos sonidos), los autores investigaron si las diferencias en el control cognitivo y la adaptabilidad emocional pueden ayudar a explicar por qué algunas personas reportan reacciones más intensas y persistentes.
Qué investigaron los científicos
El equipo examinó tres preguntas clave:
- ¿Las personas con síntomas más intensos de misofonía muestran menor flexibilidad emocional en tareas de laboratorio?
- ¿También presentan menor flexibilidad cognitiva, informando un pensamiento más rígido o dicotómico en la vida diaria?
- ¿Está la rumiación (la tendencia a centrarse en pensamientos negativos) relacionada con estos patrones?
Los autores propusieron que la misofonía podría no ser puramente sensorial. En cambio, podría implicar procesos psicológicos transdiagnósticos.
Cómo se llevó a cabo el estudio
Un total de 140 participantes adultos fueron reclutados en línea. Completaron una serie de pruebas conductuales y autoinformes para evaluar la gravedad de la misofonía (utilizando la escala S-Five), la flexibilidad mental y diferentes formas de pensamiento repetitivo.
Una de las evaluaciones clave fue la Memory and Affective Flexibility Task (Prueba de Memoria y Flexibilidad Afectiva, MAFT), una prueba computarizada que pide a los participantes cambiar rápidamente entre juicios emocionales y de memoria sobre imágenes. Como las imágenes tienen una carga emocional y no son neutras, esta tarea evalúa qué tan bien una persona se adapta a demandas emocionales cambiantes.
Los participantes también completaron el Detail and Flexibility Questionnaire (Cuestionario de Detalle y Flexibilidad, DFlex), que mide la rigidez cognitiva -por ejemplo, si una persona tiende a quedarse “atascada” en ciertos pensamientos o rutinas.
Por último, respondieron cuestionarios estandarizados sobre diferentes formas de rumiación, incluyendo el Perseverative Thinking Questionnaire (Cuestionario de Pensamiento Perseverante, PTQ) para el pensamiento repetitivo general, la Ruminative Response Scale – Brooding (Escala de Respuesta Rumiativa – Meditación, RRS-B) para la reflexión centrada en uno mismo, y la Anger Rumination Scale (Escala de Rumiación de la Ira, ARS) para pensamientos recurrentes relacionados con la ira.
Los investigadores también controlaron los niveles de ansiedad, depresión e hiperacusia (hipersensibilidad al sonido) para asegurar que los resultados fueran específicos de la misofonía.
Por qué destaca este estudio
Según los autores, este es el primer estudio pre-registrado que examina tanto medidas conductuales (MAFT) como autoinformadas (DFlex) de flexibilidad en relación con la misofonía.
Investigaciones anteriores se centraban principalmente en la reactividad emocional al sonido, es decir, en cómo reaccionan las personas cuando se sienten desencadenadas por ciertos ruidos. Este nuevo trabajo, en cambio, exploró el control ejecutivo: la capacidad del cerebro para cambiar de foco atencional y ajustar la respuesta emocional cuando el entorno cambia.
Al combinar múltiples tipos de medidas de flexibilidad y diferentes formas de rumiación, el estudio ofrece uno de los perfiles cognitivos más completos de la misofonía realizados hasta ahora.
Conclusiones clave
Los resultados muestran que la misofonía implica mucho más que una sensibilidad auditiva: está estrechamente vinculada a la forma en que el cerebro regula las emociones y los pensamientos con flexibilidad.
1. Menor precisión en el cambio emocional. En la tarea MAFT, los participantes con síntomas más intensos de misofonía mostraron menor precisión al alternar entre juicios emocionales (por ejemplo, decidir si una imagen era agradable o desagradable). Sus tiempos de reacción fueron normales, lo que sugiere que la dificultad no estaba en la velocidad, sino en la adaptabilidad emocional.
2. Rigidez cognitiva en la vida diaria. Las puntuaciones del cuestionario DFlex mostraron que las personas con mayor severidad de misofonía reportaban patrones de pensamiento más rígidos en situaciones cotidianas. Esta relación se mantuvo significativa incluso al controlar por ansiedad, depresión e hipersensibilidad auditiva (hiperacusia), lo que sugiere que la rigidez mental es una característica distintiva de la misofonía y no simplemente un reflejo de malestar general.
3. El papel de la rumiación. Las tres escalas de rumiación – PTQ, RRS-B y ARS – se asociaron fuertemente con la severidad de la misofonía. Las personas que reportaban pensamientos repetitivos frecuentes, especialmente los centrados en uno mismo, y los relacionados con la ira, tendían también a tener síntomas más intensos de misofonía.
Sin embargo, la rumiación no se relacionó con el desempeño en la tarea MAFT, lo que indica que el pensamiento repetitivo está más vinculado a la rigidez auto-reportada que a la capacidad de cambiar conductualmente entre tareas.
4. Resultados exploratorios de mediación (hallazgos preliminares). Los investigadores realizaron análisis exploratorios de mediación y encontraron que la rumiación mediaba parcialmente la relación entre la inflexibilidad cognitiva (DFlex) y la severidad de la misofonía (escala S-Five). En otras palabras, las personas con pensamientos más rígidos pueden experimentar síntomas más fuertes de misofonía en parte porque también ruminan más. El efecto indirecto (mediado) representó aproximadamente entre un 39 % y un 43 % de la relación total, según el tipo de rumiación.
Conclusiones de los autores
Según Black y sus colegas (2025), los hallazgos indican que la misofonía se asocia tanto con inflexibilidad afectiva como inflexibilidad cognitiva. Los autores interpretan esto como una evidencia de que esta condición podría reflejar dificultades más amplias para cambiar entre estados emocionales y regular la atención, más allá de una simple reactividad aumentada ante ciertos sonidos.
Señalan que la misofonía no puede explicarse únicamente por mecanismos auditivos, y sugieren que podría implicar procesos más profundos relacionados con el control ejecutivo y la regulación emocional, es decir, los sistemas que ayudan a las personas a adaptarse a situaciones emocionales cambiantes.
Además, los investigadores destacan que tanto la rumiación como la rigidez cognitiva podrían funcionar como mecanismos transdiagnósticos, lo que significa que estos patrones psicológicos podrían estar presentes en distintos tipos de dificultades emocionales, más allá de la misofonía.
Por último, los autores subrayan que este estudio es correlacional, lo que implica que los datos no permiten establecer una relación causa-efecto. Dado que los participantes fueron autoseleccionados y todo el estudio se realizó en línea, los investigadores recomiendan estudios longitudinales y de neuroimagen en el futuro para esclarecer cómo los mecanismos cerebrales relacionados con la flexibilidad podrían contribuir a las experiencias misofónicas.
Comprender la misofonía más allá del sonido
Esta investigación aporta a una visión científica cada vez más extendida: la misofonía no es solo una reacción al ruido, sino un reflejo de cómo el cerebro gestiona las emociones y el control cognitivo.
Al vincular la misofonía con el funcionamiento ejecutivo – las habilidades mentales que nos permiten planificar, cambiar de enfoque y adaptarnos -, el estudio propone un marco más integrado para entender por qué algunas personas reaccionan con tanta intensidad ante sonidos cotidianos.
También sugiere que el pensamiento rígido y la rumiación negativa podrían desempeñar un papel en cómo se desarrollan y se mantienen las respuestas emocionales frente a ciertos sonidos. Estos rasgos podrían influir no solo en la misofonía, sino también en aspectos más amplios de cómo las personas viven y se recuperan de situaciones emocionalmente intensas.
Reflexión final
Los hallazgos de este estudio representan un paso importante para comprender la misofonía como parte de una red más amplia de procesos cognitivos y emocionales. Las personas que reportan reacciones intensas al sonido también tienden a mostrar menor flexibilidad mental y mayor tendencia a la rumiación, lo que sugiere que la condición va más allá de una simple sensibilidad auditiva.
Aunque no pueden extraerse interpretaciones clínicas de esta investigación, sus aportaciones subrayan cómo la interacción entre emoción, atención y pensamiento puede moldear la forma en que respondemos a las experiencias sensoriales.
Como concluyen los autores, futuras investigaciones que exploren los mecanismos neuronales y cognitivos de la flexibilidad podrían profundizar nuestra comprensión sobre la regulación emocional, no solo en la misofonía, sino en todo el espectro de la emoción humana.
La información de este artículo es solo informativa y no es un consejo médico. Si tienes cualquier duda sobre tu salud, consulta siempre con un profesional.
Referencia
Black, V. K., Allen, K. J. D., Aazh, H., Johnson, S. L., & Erfanian, M. (2025). Misophonia symptom severity is linked to impaired flexibility and heightened rumination. British Journal of Psychology. Published September 13, 2025. https://doi.org/10.1111/bjop.70025













