Los bebés usan lógica y pensamiento composicional antes de hablar, según estudio

Un nuevo estudio realizado por investigadores de Aix-Marseille University-CNRS y la Universidad PSL (ambas en Francia) ha revelado que los bebés de tan solo 12 meses ya muestran habilidades composicionales, una capacidad cognitiva fundamental que, hasta ahora, se creía que surgía únicamente después de adquirir el lenguaje. Los resultados, publicados en la revista Communications Psychology, cuestionan las ideas previas sobre el momento y los mecanismos del desarrollo cognitivo temprano. Los hallazgos sugieren que la mente humana cuenta con herramientas básicas de razonamiento incluso antes de que los niños comiencen a hablar.

Los bebés usan lógica y pensamiento composicional antes de hablar, según estudio. Imagen de Shutterstock

Sobre el estudio: los bebés muestran pensamiento complejo antes de hablar

¿Qué es la composicionalidad?

La composicionalidad se refiere a la capacidad humana de combinar mentalmente elementos simples para formar ideas complejas —por ejemplo, entender que “no verde” significa lo contrario de “verde”. Este proceso es fundamental para el lenguaje, el razonamiento y el aprendizaje. Históricamente, se creía que este tipo de operaciones mentales requerían competencia lingüística, es decir, un cierto dominio del lenguaje.

¿Quién realizó el estudio?

Según informa Medical Xpress, la investigación fue dirigida por Isabelle Dautriche y Emmanuel Chemla, científicos cognitivos afiliados a Aix-Marseille University-CNRS y a la École des Hautes Études en Sciences Sociales-CNRS de la Universidad PSL (Francia). El estudio fue publicado en la revista Communications Psychology, una publicación científica revisada por pares del grupo editorial Nature Portfolio (DOI: 10.1038/s44271-025-00222-9).

Metodología del estudio

Para evaluar las habilidades composicionales en bebés preverbales, los investigadores llevaron a cabo tres experimentos cuidadosamente controlados con bebés de entre 10 y 14 meses. Dado que los bebés no pueden expresar verbalmente sus pensamientos, el equipo utilizó un paradigma de seguimiento visual (gaze-tracking) ampliamente validado: una mirada más prolongada indica sorpresa o una discrepancia con lo esperado.

El Experimento 1 evaluó la comprensión de frases. A los 14 meses, los bebés observaron escenas simples con estructuras del tipo sustantivo + verbo (por ejemplo: “No quiero el osito de peluche”) para analizar su comprensión de la negación verbal.

El Experimento 2 introdujo la negación no verbal a través de expresiones faciales. Una actriz mostró el gesto conocido como “not-face” — una expresión universal que combina una leve fruncida de ceño y la inversión del labio — tras interactuar con un objeto. (“Not-face” es un término en ciencia cognitiva y lingüística que se refiere a una expresión facial universal que transmite negación o rechazo — como decir “no” sin palabras.)

El Experimento 3 amplió la observación a bebés de 10 meses, empleando transformaciones físicas de objetos para evaluar su capacidad de manipular mentalmente la información visual.

Las reacciones de los bebés fueron medidas mediante un software de seguimiento ocular. Cuando los eventos no coincidían con sus expectativas — como una expresión facial que indicaba rechazo — los bebés miraban durante más tiempo, lo que se interpreta como una señal de sorpresa y procesamiento cognitivo.

Innovación: un nuevo enfoque sobre la cognición infantil

Este estudio destaca por demostrar que el razonamiento composicional no depende del lenguaje y emerge antes de que los bebés puedan hablar. A diferencia de investigaciones anteriores que se centraban en niños mayores o en tareas ligadas al lenguaje, este trabajo utiliza de forma innovadora señales no verbales y eventos físicos para explorar la cognición temprana.

Otra novedad del estudio es el uso de expresiones faciales como sustitutos lingüísticos. Al mostrar que los bebés responden a ciertos gestos faciales como si tuvieran un valor gramatical, la investigación tiende un puente entre la comunicación emocional y el razonamiento abstracto.

Principales hallazgos del estudio

1. El pensamiento composicional existe antes del lenguaje

Incluso los bebés de un año pueden interpretar combinaciones de elementos — como negación + objeto —, lo que sugiere que el cerebro procesa el significado de forma composicional desde una edad muy temprana.

Ejemplo: Un bebé puede evitar un alimento después de ver que su cuidador frunce el ceño al mirarlo, incluso si no se pronuncia ninguna palabra.

2. Los bebés entienden las expresiones faciales como indicadores lógicos

El estudio encontró que los bebés reconocen el “not-face” como un gesto con significado, y no solo como una expresión emocional.

Ejemplo: Cuando un adulto frunce el ceño al mirar un juguete, los bebés interpretan que se trata de un rechazo o una negación.

3. El procesamiento cognitivo se refleja en la atención visual

Los bebés miran durante más tiempo ante resultados inesperados — como cuando alguien rechaza un objeto que antes deseaba —, lo que indica razonamiento interno y formación de expectativas.

Ejemplo: Un bebé puede quedarse mirando fijamente si su madre o padre de repente rechaza un objeto favorito, tratando de entender la contradicción.

4. La composición básica de frases se desarrolla a los 14 meses

A esta edad, los bebés ya pueden procesar frases cortas con verbos y sustantivos, aunque todavía no sean capaces de producirlas verbalmente.

Ejemplo: Entender “no el osito” como una referencia a un objeto rechazado, y no simplemente a un objeto cualquiera.

5. La manipulación mental de objetos aparece hacia los 10 meses

Los bebés son capaces de visualizar e interpretar cambios físicos — como la transformación de un objeto — sin necesidad de instrucciones verbales.

Ejemplo: Un bebé puede reconocer que un juguete escondido bajo una tela ha sido movido, lo que demuestra permanencia del objeto y lógica composicional.

Los bebés podrían razonar antes de hablar: lo que esto implica para el desarrollo cerebral temprano

El descubrimiento de que los bebés preverbales poseen habilidades de pensamiento composicional tiene importantes implicaciones para nuestra comprensión del desarrollo cerebral en las primeras etapas de la vida. Tradicionalmente, los científicos cognitivos han considerado que la capacidad de razonar sobre ideas complejas y construir representaciones mentales del mundo está estrechamente ligada al lenguaje. Este estudio cuestiona esa visión al demostrar que los bebés comienzan a combinar e interpretar información antes de aprender a hablar.

En primer lugar, los hallazgos sugieren que las capacidades básicas de razonamiento ya están presentes en la mente del bebé, independientemente del lenguaje. Bebés de tan solo diez a doce meses pueden representar mentalmente un objeto, aplicar una transformación (como la negación) y reaccionar de manera adecuada cuando algo no coincide con sus expectativas. Este tipo de lógica se creía, hasta ahora, que solo emergía después de que los niños comenzaban a comprender y usar el lenguaje.

En segundo lugar, la investigación indica que los bebés no son receptores pasivos de estímulos externos, sino intérpretes activos de su entorno. Cuando un bebé ve a un adulto fruncir el ceño frente a un objeto —una expresión facial universal que indica rechazo— no solo reconoce la emoción. Parece integrar esa señal en una comprensión más amplia de la intención y el significado. Esta capacidad de dar estructura e interpretar señales no verbales revela un nivel de cognición mucho más profundo de lo que se asumía.

En tercer lugar, estas habilidades composicionales podrían ser la base cognitiva que permite que el lenguaje se arraigue. Una vez que los niños comienzan a escuchar palabras y frases, ya contarían con las herramientas mentales para descomponer esas entradas verbales y reconstruir su significado. En lugar de aprender desde cero, los bebés podrían simplemente asociar las palabras a sistemas lógicos que ya están funcionando en sus mentes.

En cuarto lugar, la presencia de estas habilidades en el primer año de vida apunta a un período crítico de plasticidad cognitiva. Cuanto antes emergen estas capacidades, más tiempo tiene el bebé para fortalecerlas a través de la interacción social, la exploración y el juego. Este hallazgo resalta la importancia de entornos ricos en estímulos y respuestas que fomenten la experimentación mental mucho antes de que comience la educación formal.

Por último, el estudio destaca una posible herramienta para evaluar diferencias individuales en el desarrollo cognitivo temprano. Técnicas como el seguimiento ocular, utilizadas en esta investigación, podrían adaptarse como herramientas diagnósticas para evaluar si los bebés están desarrollando habilidades composicionales de forma típica. Esto permitiría detectar trastornos del desarrollo o cognitivos en etapas mucho más tempranas, abriendo la posibilidad a intervenciones a tiempo.

En resumen, la evidencia de que los bebés pueden razonar de forma composicional antes de hablar cambia nuestra visión sobre el origen de la inteligencia. Sugiere que el cerebro humano está estructurado desde el nacimiento con una capacidad para el orden, la lógica y el pensamiento abstracto, mucho antes de que el lenguaje le dé voz.

Por qué este descubrimiento podría cambiar nuestra visión sobre el aprendizaje, la salud y la inteligencia artificial

Las implicaciones de esta investigación van mucho más allá del ámbito infantil. Al demostrar que el pensamiento composicional comienza antes del lenguaje, el estudio abre nuevas líneas de debate en múltiples campos: desde la neurociencia hasta la educación, la medicina e incluso la inteligencia artificial.

En el campo de la ciencia, los resultados refuerzan una creciente evidencia de que el cerebro humano nace con una predisposición estructural. Si el razonamiento abstracto no requiere del lenguaje, entonces nuestros modelos de desarrollo cognitivo —e incluso las teorías sobre la evolución del lenguaje— necesitan ser revisados. Además, surge la posibilidad de que otras especies compartan mecanismos similares de razonamiento no verbal, lo que invita a nuevas investigaciones comparativas.

En la educación, estos hallazgos podrían cambiar la forma en que se aborda el aprendizaje temprano. En lugar de centrarse exclusivamente en la adquisición de vocabulario durante los primeros años, educadores y cuidadores podrían fomentar el reconocimiento de patrones, la exploración causa-efecto y la interpretación emocional a través de gestos y juegos. Entornos que premian la curiosidad y la interacción —incluso antes del habla— pueden fortalecer la base cognitiva de los niños.

En medicina, la posibilidad de evaluar el razonamiento composicional mediante tecnologías de seguimiento ocular podría permitir identificar de forma más temprana y precisa retrasos o trastornos del desarrollo. Por ejemplo, si un bebé no reacciona ante señales de negación o no muestra sorpresa ante lo inesperado, podría ser una señal de alerta para una evaluación más detallada. Esto sería especialmente útil en el diagnóstico precoz de condiciones como el trastorno del espectro autista, donde la interpretación de señales sociales suele estar alterada.

El estudio también tiene resonancia en el ámbito de la tecnología y la inteligencia artificial. Comprender cómo los bebés combinan señales simples para construir interpretaciones complejas podría ayudar a los ingenieros a diseñar sistemas de IA más intuitivos y adaptativos, capaces de aprender a partir del contexto y la contradicción, imitando los procesos de la cognición humana temprana.

Y por último, existen implicaciones sociales más amplias. Para madres, padres y cuidadores, este hallazgo es un recordatorio de que la comunicación comienza mucho antes de las palabras. Las expresiones, gestos y señales emocionales que se intercambian con los bebés pueden estar sentando las bases de la lógica, la empatía y la toma de decisiones.

En resumen, la mirada curiosa de un bebé puede tener mucho más significado del que pensábamos. Y gracias a este estudio, estamos un paso más cerca de entender todo lo que sucede detrás de esos ojos bien abiertos.

Reflexión final: el lenguaje se construye sobre una base mental ya existente

El descubrimiento de que los bebés pueden combinar mentalmente información mucho antes de hablar pone en tela de juicio las creencias tradicionales sobre el momento en que comienza la cognición humana. Esto sugiere que el lenguaje no es el origen del razonamiento, sino una herramienta que surge a partir de una arquitectura mental previa.

Al investigar la mente preverbal con precisión científica, los investigadores han dado un paso clave hacia la comprensión de las raíces de la inteligencia humana. Futuros estudios podrían explorar si estas habilidades son exclusivas de los seres humanos o si también están presentes en animales y sistemas artificiales con capacidades cognitivas básicas.

Herramientas como BabyBright de CogniFit, diseñadas para monitorear si un niño se está desarrollando conforme a los hitos cognitivos esperados para su edad, reflejan la creciente importancia de la detección temprana y el acompañamiento personalizado. A medida que la ciencia avanza en el conocimiento del razonamiento infantil, este tipo de tecnologías puede ayudar a madres, padres y profesionales a comprender mejor la mente en desarrollo y a potenciarla desde el inicio.

Mientras Dautriche y Chemla continúan con su investigación, el campo de la ciencia cognitiva espera aportar respuestas cada vez más profundas sobre cómo los seres humanos comienzan a comprender el mundo — incluso antes de poder decir una sola palabra.