Resolución de problemas: ¿Estás preocupado por algo?
¿Algún dilema te quita el sueño? ¿Estás estresado? ¿No sabes qué hacer? No existe una solución definitiva para todas nuestras inquietudes. Sin embargo, podemos adquirir una metodología de resolución de problemas eficaz y flexible que se adapte a diferentes contextos. En este artículo te hablaremos sobre los diferentes tipos de problemas y estrategias para afrontarlos. Además, te daremos consejos para que mejores tus técnicas a la hora de enfrentarte a cualquier contratiempo.
Resolución de problemas: Definición e importancia
¿Quién no ha experimentado en primera persona las molestias que causan los problemas? No nos dejan dormir, nos ponen de mal humor, nos estresan, provocan que nos metamos en discusiones e incluso nos hacen llorar de vez en cuando. No siempre llegamos a estos extremos, pero siempre son incómodos y requieren que dediquemos un tiempo a solucionarlos. Tener una buena metodología de resolución de problemas es básico en todos los ámbitos de nuestra vida.
¿Y qué son los problemas? La RAE afirma que un problema es una «cuestión que se trata de aclarar», una «proposición o dificultad de solución dudosa» o un «conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin». Son acepciones bastante ambiguas que abarcan una inmensidad de circunstancias diferentes.
Según Newell y Simon (1972), los problemas se enmarcan en un espacio determinado y están compuestos por:
1. Estado inicial: Se refiere a cuál es nuestro problema. ¿No sabemos cómo pagar el coche? ¿Estamos enfadados con nuestra pareja?
2. Estado meta: Consiste en saber qué queremos lograr. ¿Deseamos engordar un par de kilos? ¿Tenemos que entregar un proyecto importantísimo en una hora y no se nos ocurre nada?
3. Operadores que nos permiten pasar del primer estado al segundo: Son las acciones que debemos llevar a cabo. Pueden ser labores como pedir ayuda a nuestro vecino o encontrar la página idónea en Internet.
4. Restricciones: Engloban todo tipo de condicionantes e imprevistos. Hay una gran diversidad de posibles limitaciones; como tener suficiente dinero o haber perdido el móvil.
Por otra parte, la solución puede ser el método utilizado para llegar al objetivo o el resultado que hemos obtenido. En cambio, la resolución es el proceso que llevamos a cabo para lograr nuestra finalidad.
Las dificultades se suceden continuamente a lo largo de nuestras vidas. Algunas son previsibles. En cambio, otras son inevitables o no hemos hecho lo suficiente para impedirlas a tiempo. No obstante, la mayoría tienen solución. En este artículo te daremos unas pautas para llegar a una meta cuyo camino desconocemos. Descubre aquí algunas técnicas de resolución de problemas.
Tipos de problemas
Todos nuestros procesos psicológicos básicos se ven implicados cuando nos enfrentamos a una dificultad. Facultades como la memoria, la atención, la percepción, el aprendizaje y la inteligencia nos ayudan a buscar una manera de salir airosos de nuestras preocupaciones. Es preciso conocer los diferentes tipos de problemas para tener más claro qué podemos hacer cuando debamos solventar uno de ellos.
Clasificar la gran diversidad de problemas es una tarea complicada. Además, cada persona los concibe de una manera diferente y muchas veces no hay una guía que nos ayude a tipificarlos.
La resolución de problemas es un asunto que ha interesado considerablemente a los psicólogos. Generalmente, se dividen en problemas abiertos (bien definidos) y cerrados (mal definidos). Hay diversos modelos. Aquí seguiremos la clasificación de Greeno y Simon (1988).
1. Problemas bien especificados
En estos casos sabemos qué tenemos que hacer y cuál es nuestro objetivo. Comprendemos en qué punto nos encontramos y conocemos los pasos que debemos seguir. Los problemas de matemáticas que hacemos en la escuela son un ejemplo. Hay que llevar a cabo una secuencia de acciones predefinidas para resolverlos.
2. Problemas de diseño y reordenación
El proceso para solucionarlos es más abierto que en el tipo anterior. Aquí contamos con unos elementos. Nuestra misión es combinarlos de manera que se adapten a unas condiciones que hayan sido previamente especificadas. Puede sonar un poco abstracto, pero tenemos varias muestras en la vida cotidiana; como jugar al ajedrez o escribir una redacción.
3. Problemas de inducción
Este es el tipo más complejo de problemas. Demandan que se encuentren analogías entre conceptos pertenecientes a diferentes contextos. Imagina que quieres captar la atención de una persona y no sabes cómo. Tras pensarlo detenidamente, puede que se te ocurra utilizar las técnicas que utilizan los publicistas y hacer un cartel con lo que deseas comunicar.
Los tres tipos de problemas pueden abarcar una infinidad de situaciones distintas. Dentro de cada clasificación los problemas pueden ser más o menos complejos y en todos ellos hay que pensar cuáles pueden ser las posibles repercusiones de nuestras acciones. Hay diversas variables que pueden afectarnos. Es preciso preverlas y tenerlas en cuenta. No obstante, no debemos obsesionarnos, la gran mayoría de los problemas tienen solución.
Proceso de resolución de problemas: ¿Cómo nos enfrentamos a ellos?
Profesionales con enfoques tan distintos como los conductistas y los psicólogos de la Gestalt han intentado descifrar cómo intentamos resolver las dificultades. Para los primeros, la resolución de problemas es un procedimiento mecánico basado en asociaciones entre estímulos y respuestas. Pasaban por alto la riqueza de la vida mental de las personas. Esta es una explicación demasiado reduccionista para analizar algunas situaciones como qué carrera escoger.
Los gestaltistas opinaban que «el todo es más que la suma de sus partes». Es decir, las diferentes circunstancias están compuestas por un gran número de factores. Todos los componentes están relacionados y puede encontrarse armonía entre ellos. Para los psicólogos de la Gestalt, una condición confusa se resuelve a través de la reorganización de sus constituyentes.
Wertheimer, uno de los máximos representantes de la Gestalt, afirmaba que existen el pensamiento reproductivo y el productivo. El primero es mecánico y trata de aplicar los conocimientos previos en la resolución del problema de forma pasiva. Por ejemplo, sería el que utilizamos para montar un mueble.
Por otra parte, el pensamiento productivo requiere un procedimiento más activo que permite realizar asociaciones más creativas. Cuando pensamos así, es probable que tengamos un insight, que es el clásico momento ¡eureka!
El pensamiento reproductivo puede dar lugar a la temida fijación funcional, que es un bloqueo creativo que nos impide ver la solución. A veces nos empeñamos en resolver un asunto de la misma forma una y otra vez. Esto inhibe que contemplemos otras alternativas más eficaces. En el siguiente apartado te contaremos cómo evitar estos impedimentos.
Técnicas para resolver problemas: Ejemplos
Se pueden emplear varias alternativas para resolver un solo problema. De hecho, es recomendable utilizar varios recursos distintos para desarrollar una metodología flexible y funcional. Aquí te contaremos cinco acciones que pueden ayudarte a enfrentarte a cualquier situación.
1. Piensa antes de actuar
Puede parecer una obviedad. Pero a veces con las prisas (más aún cuando tenemos que arreglar algo urgentemente), intervenimos antes de saber cuáles pueden ser las consecuencias. Es preciso tener una visión global del panorama antes de agobiarnos o decir algo inapropiado.
2. Utiliza recursos gráficos
Plasmar nuestros pensamientos en un papel puede ser una gran ayuda para ordenar nuestras ideas. Podemos hacer esquemas o mapas conceptuales en los que incluyamos el problema principal, los diferentes condicionantes, las posibles soluciones, sus consecuencias, etc.
3. Haz listas de ventajas y desventajas
Hay problemas que no parecen tener una solución definitiva a la primera. Podemos pensar varias formas de resolverlos y considerarlos de manera individual. Puede que así descubramos que una opción que descartamos al principio sea la más beneficiosa.
4. No pierdas de vista el objetivo principal
Es preciso que tengamos claras nuestras metas. A lo largo del proceso de resolución podemos perder de vista nuestro propósito y ponernos a arreglar otros asuntos. Es necesario que mantengamos una mentalidad flexible y contemplemos varias alternativas. Pero no debemos olvidar la definición de nuestro problema para tomar las decisiones adecuadas.
5. Evalúa los resultados
Da lo mismo si el obstáculo al que nos enfrentamos parece haberse resuelto o no. Es esencial que nos preocupemos por hacer un seguimiento de la situación. Esto nos permitirá aprender para la próxima vez que nos enfrentemos a un reto similar o darnos cuenta de que aún no lo hemos arreglado todo para actuar en consecuencia.
Resolución de problemas: Expertos vs novatos
El estudio de las diferencias entre expertos y novatos en un tema es fundamental para estudiar las formas de resolución de problemas más efectivas. Estas son las principales diferencias entre ambos:
1. Los expertos son más rápidos: Necesitan menos tiempo y esfuerzo para obtener buenos resultados.
2. Localizan antes los datos relevantes: Con la práctica aprendemos a filtrar lo que realmente importa y dejamos de distraernos con información que no nos aporta nada.
3. Se detienen a analizar cuidadosamente la situación: Tardan más en examinar el problema, pero actúan mejor y más rápido.
4. Toman las decisiones idóneas: Conocen los métodos más adecuados y los emplean acertadamente.
5. Necesitan esforzarse menos: Ya han interiorizado todos los pasos del proceso. Si la situación es novedosa, encuentran analogías rápidamente con otras circunstancias similares.
6. Su autocontrol es más elevado: Dominan sus emociones, controlan sus habilidades y son capaces de mantener la concentración.
7. Saben detectar las oportunidades: Descubren inmediatamente las circunstancias que pueden resultar beneficiosas y saben cómo propiciarlas.
Hacen falta mucho tiempo y esfuerzo para llegar a ser un experto en una materia. Además, se logra a partir de resolver problemas y más problemas. Si te encuentras ante una nueva situación, es posible que estés abrumado. Lo importante es perseverar y ser precavido. No obstante, nunca debemos tener un miedo excesivo a equivocarnos. La constancia y una planificación adecuada son las claves del éxito.
Consejos para solucionar problemas eficientemente
En este apartado te daremos algunas recomendaciones para que apliques las técnicas de resolución de problemas a tu metodología. Hay dificultades que no sólo dependen de nosotros. Sin embargo, nosotros elegimos cuál será nuestra actitud para hacer frente a las adversidades.
1. Descansa
Dormir lo suficiente y tomarse un respiro de vez en cuando es fundamental para evitar los bloqueos funcionales y motivar la resolución de problemas. En ocasiones pensamos que cuanto más tiempo pasemos pegados al escritorio, antes zanjaremos cualquier dificultar. ERROR. Una pausa puede tener un efecto más beneficioso que cualquier jornada intensiva agotadora. Los insights ocurren en momentos de relax.
Hay veces que los problemas no nos dejan descansar por mucho que intentemos distanciarnos de ellos. Aún así, no debemos dejar de intentar relajarnos. Así nuestro bienestar se incrementará y evitaremos fijarnos en la información irrelevante o presuponer datos erróneos. Hay técnicas para mantener la calma que te vendrán fenomenal sea cual sea tu situación.
2. No descartes ideas
A veces nos decantamos por lo más típico cuando nos enfrentamos a un problema. Tal vez esta sea la mejor respuesta. Pero en otras coyunturas esto puede ser un error o no ser lo suficientemente bueno. Por ejemplo, si nos proponen un dilema en una entrevista de trabajo y contestamos lo mismo que la mayoría de los aspirantes, es probable que no nos seleccionen.
Hay técnicas como el brainstorming (o tormenta de ideas), que consisten en anotar todo lo que se nos ocurra al pensar en un tema. Pueden utilizarse en un gran número de situaciones. Por ejemplo, si queremos buscar un nombre para una mascota, podemos ir registrando todo lo que se nos pase por la cabeza. No debemos descartar ninguna propuesta, esto inhibiría la creatividad. Cuando acabemos, tendremos una nutrida variedad de opciones y estaremos listos para decidir.
3. Mantén la mente abierta
Los prejuicios también facilitan que nos hallemos ante un bloqueo funcional y que no seamos capaces de resolver un problema. La educación y la práctica nos ayudan a contemplar las situaciones desde un punto de vista holístico. Aunque también nos limitan cuando creemos que nuestro método funciona y ya lo sabemos todo. Tomarnos un tiempo para pensar y no decir que no antes de tiempo enriquecerá nuestra vida y nos hará más eficientes.
4. Dedica un tiempo a las actividades creativas
A medida que crecemos vamos restando importancia a la creatividad. Solemos creer que no valemos para asuntos relacionados con ella (exceptuando los creativos profesionales y otras excepciones). No obstante, esto coarta nuestras posibilidades.
Intentar mantener un pensamiento divergente y creativo nos permitirá encontrar alternativas novedosas en cualquier contexto. Encontrar un tiempo para dibujar, componer canciones o escribir poesías repercutirá positivamente en otros ámbitos de nuestra vida. Expresarnos artísticamente nos hace más felices y libera nuestra mente.
5. Busca ayuda
No debemos renunciar a nuestra independencia ni a nuestra autonomía. No hace falta que preguntemos por cada contratiempo que se nos presente. Sin embargo, a veces pensamos que los demás no nos van a entender, nos van a rechazar o nos da vergüenza.
El resto de la gente también puede haber pasado por la misma situación que nosotros y haberla resuelto. O simplemente pueden ser una fuente imprescindible de apoyo para nosotros. Comunicar tus preocupaciones es elemental para tu bienestar.
Muchas gracias por leer este artículo sobre resolución de problemas. Esperamos que este artículo te haya resultado útil para solventar tus preocupaciones. Si tienes alguna duda o quieres saber más, no dudes en comentar.