Los golpes nos hacen más fuertes: Sufrir esculpe tu cerebro
A todos nos gusta sentir alegría, felicidad, paz, amor… Pero ya no nos gustan tanto emociones como la rabia, el miedo o la ansiedad. Hay quien en un acto más o menos heroico consigue convivir con ellas, pero también hay quienes las reprimen, las estigmatizan o incluso se medican contra ellas. ¿Es realmente eficaz para nuestro bienestar emocional suprimir estas emociones? Los estudios más recientes sugieren que no. Al contrario. De hecho los golpes nos hacen más fuertes. Para que nuestro cerebro funcione correctamente, necesita nutrirse tanto de emociones positivas como de emociones negativas. Al final, y como en la mayoría de cosas vitales, nuestro cerebro es sabio y busca un equilibrio, una dualidad.
La literatura científica más reciente afirma que el abanico de emociones del ser humano, incluyendo las emociones negativas, suponen una ventaja adaptativa.
“Quien no conoce el dolor, tampoco conoce la paz verdadera”
¿Son las emociones negativas tan malas como parecen?
De hecho, las etiquetas sobre si una emoción es “buena” o “mala” proviene de nuestro propio lenguaje y somos nosotros junto a la sociedad los que hemos creado un paradigma de nomenclatura del universo de las emociones, creyéndonos con un conocimiento absoluto sobre las emociones y sus efectos en nuestro organismo.
¿Soy malo por sentir lo que siento?
¿Qué son las emociones? Hemos catalogado una serie de emociones como “malas” e indeseadas, generando en los pobres individuos una sensación de inutilidad emocional, desadaptación y desconcierto.
¿Por qué lloramos? Llorar tiene beneficios, el enfado potencia el coraje y la valentía, la culpa ayuda a las personas a seguir el camino ético correcto, y la ansiedad te previene de los peligros que te acechan.
El problema surge cuando confundimos estas emociones con sus hermanas; y es que el enfado no es ira, la ansiedad no es pánico, y la culpa no es remordimiento.
De hecho, hay evidencias de que quienes ven el mundo de color de rosa presentan un “vago pensamiento”, que correlaciona con una pobre creatividad e ingenio.
Se dice que las almas más torturadas son las que han creado obras de arte más bellas, han escrito las partituras más exquisitas, y han escrito las novelas atemporales de todos los tiempos.
¿Significa esto que para desarrollar todo nuestro potencial hay que ser un atormentado? Pues tampoco. Con esto se pone de manifiesto que las emociones positivas necesitan de las emociones negativas para poder experimentarse con plenitud, y viceversa.
Encontrar el equilibrio entre nuestras emociones es una tarea ardua que necesita de un profundo conocimiento de ti mismo, de tus sentimientos y de tu manera de afrontarlos.
Los golpes nos hacen más fuertes
El enfado es una emoción compleja, que tristemente hemos estigmatizado en la sociedad. Asociamos enfado con violencia, y lo curioso es que sólo en un 10% de los casos en enfado lleva a agresión. Conoce cual son las causas de la agresividad en niños.
El enfado es una emoción natural que surge en las personas cuando nos sentimos tratados injustamente. Cumple una función adaptativa, y hay evidencias empíricas de que la emoción del enfado incrementa el optimismo, correlaciona con la creatividad y mejora el desempeño laboral, ya que potencia tu capacidad de buscar nuevas soluciones ante esa sensación de injusticia.
El fascismo de la sonrisa
¿Los golpes te hacen más fuerte? Los psicólogos Todd Kashdan y Robert Biswas-Diener, autores del libro The power of Negative Emotions (El poder de las emociones negativas), acuñan este término que lo considero vital para entender qué está pasando hoy en día.
Desde la psicología positiva, se ha propuesto el paradigma de la búsqueda de la felicidad desde el prisma de las emociones positivas, y poco a poco las personas hemos pasado a buscar únicamente el lado bueno de la moneda.
Lo que empezó con un inocente intento de recalcar el poder de las emociones positivas, ha degenerado en un Fascismo de la sonrisa.
Las personas tienen la necesidad de sentirse bien todo el tiempo, algo biológica y cognitivamente sencillamente imposible.
Esto genera frustración, enojo e indefensión aprendida, ya que tenemos grabado en lo más hondo de nuestro ser que está “prohibido” sentir emociones negativas, que nos destruyen el cuerpo y que nos alejan de la felicidad.
Y este concepto, tristemente está muy lejos de la realidad.
“Sufrir es el gran maestro del que aprender, pero a veces puede resultar el más despiadado”
Trucos para convertir tus emociones negativas en emociones a tu favor
¿Qué hago con el enfado?
Cuando expresas en enfado o la rabia, estás transmitiendo en las situaciones sociales arrojo y valor. Los demás perciben que tienes fuerza y resolución. Exprésala siempre desde una faceta asertiva. Te invito a que leas mi artículo: Técnicas de asertividad para mejorar tus relaciones sociales.
A través de él aprenderás a ser honesto con tus propias emociones (incluidas las catalogadas como negativas) y aprenderás a expresarlas de una manera constructiva e inteligente.
¿Qué hago con la culpa?
La culpa puede ser tu aliada a la hora de enmendar un daño causado a otra persona. Cuando las personas sentimos culpa, es una motivación intrínseca estupenda para encarrilar y reconducir tu comportamiento.
Gracias a esta emoción, las personas se hacen responsables de sus actos y desarrollan su empatía (siendo capaces de sentir el dolor de la otra persona)
¿Qué hago con la ansiedad?
Cuando nuestra ansiedad se activa, capacidades cognitivas como la percepción, la visión, y la capacidad de resolución de problemas se disparan hasta un rendimiento espectacular. Aprovecharlos para realizar trabajos pendientes es una buena manera de aprovechar la ansiedad activada.
¿Qué hago con la envidia?
La envidia es una emoción muy compleja, ya que surge cuando deseamos algo que otra persona tiene. Las posibilidades de actuación que nos abre la envidia son muy interesantes a nivel de crecimiento personal: la envidia es el motor que nos hace fijarnos unos objetivos y metas.
La envidia tiene el potencial de disparar el deseo y la motivación para lograr esa fortaleza que se admira en el otro.
¿Qué hago con el tedio?
El hastío o el tedio es una emoción asociada a una sensación muy desagradable. La sociedad de hoy en día no nos permite estar tediosos, ociosos o aburridos. Siempre hay algo nuevo que hacer, y además deberás hacerlo. Pero lo interesante del tedio es que en estos momentos de aburrimiento es cuando pueden visitarnos las musas, y tener grandes momentos de insight o ideas innovadoras.
Ten presente que ningún mar en calma hizo experto a un marinero…