
Un estudio desmiente la «demencia digital»: mayores que usan tecnología tienen un 58 % menos de riesgo cognitivo
El uso de la tecnología digital puede ayudar a mantener la mente ágil en la vejez. Un nuevo estudio demuestra que las personas mayores que utilizan habitualmente dispositivos como smartphones, aplicaciones de mensajería o herramientas online tienen un riesgo significativamente menor de sufrir deterioro cognitivo, hasta en un 58 %. Estos hallazgos cuestionan la popular teoría de la «demencia digital» y apuntan, en cambio, a los posibles beneficios de la tecnología para un envejecimiento saludable. El uso de la tecnología digital suele estar relacionado con rutinas mentalmente activas, vínculos sociales más fuertes y una mayor independencia en la vida cotidiana durante la vejez.

¿Qué es la hipótesis de la «demencia digital»?
El término «demencia digital» fue popularizado por primera vez a principios de la década de 2010 por el neurocientífico alemán Dr. Manfred Spitzer. Describe un deterioro teórico de las capacidades cognitivas, en particular la memoria, la atención y el pensamiento crítico, como resultado del uso prolongado y pasivo de dispositivos digitales. Según esta hipótesis, externalizar las tareas mentales cotidianas a los teléfonos inteligentes, el GPS o los asistentes digitales podría conducir a una infrautilización de las capacidades naturales del cerebro, lo que podría acelerar el deterioro cognitivo, especialmente en los jóvenes y los adultos mayores.
La idea ganó fuerza en los medios de comunicación y en el discurso público, impulsada por la creciente preocupación por la adicción a las pantallas, la disminución de la capacidad de atención y la creciente dependencia de la tecnología para las tareas cotidianas. Expresiones como “brain rot” y “brain drain” (agotamiento mental o deterioro cognitivo asociado al uso excesivo de pantallas) se integraron al discurso cultural, muchas veces sin un respaldo científico sólido.
En las personas mayores, la tecnología digital se consideraba en el pasado una posible carga cognitiva, algo demasiado complejo o abrumador que podía provocar confusión o frustración. Sin embargo, las pruebas más recientes muestran una imagen muy diferente. En lugar de perjudicar al cerebro, el uso de la tecnología digital puede ofrecer una estimulación mental significativa, fomentar el aprendizaje y proporcionar herramientas que favorecen la memoria y la independencia.
Lejos de ser una amenaza, el uso de la tecnología en la tercera edad se considera cada vez más un recurso valioso para mantener la vitalidad cognitiva, ya que mejora la atención, la flexibilidad y la resolución de problemas a través de las interacciones cotidianas con herramientas digitales en constante evolución.
Detalles de la investigación: cómo se llevó a cabo el estudio
¿Quién realizó el estudio y dónde se publicó?
Según informa Neuroscience News, el estudio titulado A Meta-Analysis of Technology Use and Cognitive Aging (Un metaanálisis del uso de la tecnología y el envejecimiento cognitivo) ha sido elaborado por el Dr. Jared F. Benge (Facultad de Medicina Dell, Universidad de Texas en Austin, EE. UU.) y el Dr. Michael K. Scullin (Universidad Baylor, EE. UU.). Se publicó en Nature Human Behavior y representa la investigación más exhaustiva realizada hasta la fecha sobre este tema (https://doi.org/10.1038/s41562-025-02159-9).
Metodología y muestras
Los investigadores llevaron a cabo un metaanálisis y una revisión sistemática de 136 estudios, de los cuales 57 eran aptos para el metaanálisis estadístico. Estos estudios incluyeron en total a 411 430 adultos con una edad media de 68,7 años y un 53,5 % de mujeres. Los estudios tuvieron una duración de entre 1 y 18 años, con un periodo de seguimiento medio de 6,2 años.
Todos los estudios examinaron la relación entre el uso general de la tecnología digital (como teléfonos inteligentes, correo electrónico y herramientas digitales) y los resultados cognitivos, ya sea a través del diagnóstico de demencia o de la medición del deterioro de la función cognitiva.
El análisis se ajustó para tener en cuenta una amplia gama de factores, entre ellos la edad, el sexo, el nivel socioeconómico, el nivel educativo, la capacidad cognitiva inicial, el apoyo social y la participación en otras actividades estimulantes para la mente, como la lectura.
¿Qué novedades aporta este estudio?
This research stands out in several ways:
- Alcance: Incluye el tamaño de muestra más grande hasta la fecha sobre este tema, con más de 400.000 participantes.
- Control de sesgos: El estudio tuvo en cuenta variables de confusión que muchos trabajos anteriores pasaron por alto, como el nivel educativo, la salud general o el entorno social.
- Datos a largo plazo: Se incluyeron datos de estudios con un seguimiento de entre 1 y 18 años.
- Teoría de la reserva tecnológica: Introduce el concepto de que el uso de la tecnología puede fortalecer la reserva cognitiva con el tiempo.
Principales conclusiones con ejemplos de la vida real
1. Las personas mayores que usaban tecnología de forma habitual tenían un 58 % menos de riesgo de deterioro cognitivo
Las personas mayores que utilizan habitualmente herramientas digitales son, según las estadísticas, mucho menos propensas a mostrar signos de pérdida de memoria o deterioro cognitivo.
Ejemplo: Un jubilado que utiliza un smartphone para gestionar sus medicamentos y citas médicas obtuvo mejores resultados en las evaluaciones de memoria que sus compañeros sin hábitos digitales.
2. El uso de la tecnología estimula la resolución de problemas y la flexibilidad mental
Navegar por las actualizaciones de software, solucionar problemas de Wi-Fi o aprender a usar una nueva app requiere adaptación y concentración, lo que actúa como entrenamiento para el cerebro.
Ejemplo: Una persona de 72 años que estaba aprendiendo a utilizar Zoom para realizar llamadas familiares demostró una mejora en sus funciones ejecutivas en las evaluaciones de seguimiento.
3. Las herramientas digitales promueven la implicación social y reducen el aislamiento
Las videollamadas, las aplicaciones de mensajería y las plataformas sociales ayudan a las personas mayores a mantenerse conectadas, un factor clave para proteger la salud cognitiva.
Ejemplo: Los abuelos que usaban WhatsApp para hablar con sus nietos tenían un mayor bienestar emocional y obtenían mejores resultados en las pruebas de memoria.
4. La tecnología ayuda en las tareas cotidianas a medida que cambia la memoria
Los dispositivos que ofrecen recordatorios, indicaciones GPS o asistentes de voz sirven como herramientas de apoyo para aquellas personas que experimentan los primeros síntomas de problemas de memoria.
Ejemplo: Una persona mayor que a veces olvida sus citas comenzó a utilizar el calendario de su teléfono inteligente con alertas. Con sencillos recordatorios para los medicamentos, la lista de la compra y los recados, pudo gestionar sus tareas diarias con más confianza y evitar depender de otras personas para realizar las tareas rutinarias.
5. Los beneficios persisten en todos los grupos demográficos
Estos efectos fueron consistentes independientemente de los ingresos, el nivel educativo, el género o el estado de salud.
Ejemplo: En zonas rurales y de bajos ingresos, incluso un uso mínimo de la tecnología, como consultar aplicaciones meteorológicas, se relacionó con mejores puntuaciones en atención y memoria.
Las herramientas digitales pueden ayudar a mejorar la memoria, la concentración y la resolución de problemas en adultos mayores
Los riesgos cognitivos se refieren, en términos generales, a las dificultades o alteraciones en las funciones mentales básicas, como la memoria, la atención, el lenguaje, la orientación espacial y el razonamiento. Estas capacidades suelen cambiar con la edad, pero las actividades cotidianas, incluido el uso que hacemos de la tecnología, pueden influir en la forma en que se desarrollan esos cambios a lo largo del tiempo.
Según el estudio, la interacción digital se asocia frecuentemente con tareas que implican aprender, adaptarse y procesar información. Las personas mayores que utilizan la tecnología pueden encontrarse navegando por interfaces desconocidas, actualizando aplicaciones o resolviendo problemas técnicos, todo lo cual puede requerir concentración, flexibilidad mental y pensamiento estratégico.
Los investigadores señalaron que muchas de estas actividades requieren la resolución de problemas, lo que implica funciones ejecutivas como la planificación y la toma de decisiones. Por ejemplo, averiguar cómo utilizar una nueva app de videollamadas, ajustar la configuración del teléfono o gestionar calendarios digitales exige un pensamiento activo y persistencia, especialmente para quienes no han crecido con dispositivos digitales.
Aunque estas tareas resulten frustrantes, siguen reflejando un esfuerzo cognitivo. Con el tiempo, enfrentarse regularmente a este tipo de retos puede ayudar a reforzar o mantener funciones mentales importantes, como la atención y la capacidad de adaptación.
Además de la actividad digital cotidiana, algunas herramientas están diseñadas específicamente para entrenar las habilidades cognitivas en etapas posteriores de la vida. Por ejemplo, el entrenamiento cognitivo de CogniFit para personas mayores de 65 años incluye ejercicios basados en la ciencia destinados a ayudar a entrenar la memoria, la atención y el razonamiento a través de tareas digitales personalizadas y adaptadas a las necesidades de los adultos mayores.
Aunque se necesita más investigación para comprender el impacto total de los diferentes tipos de uso de la tecnología, las pruebas actuales apuntan a una conexión significativa entre la interacción digital y el envejecimiento mentalmente activo.
Por qué esta investigación podría cambiar nuestra forma de ver la tecnología y el envejecimiento
Los resultados del estudio ofrecen una nueva perspectiva sobre el papel de las herramientas digitales en la tercera edad: no como fuentes de deterioro cognitivo, sino como posibles aliados para promover la actividad mental, la conexión y la independencia.
Desde un punto de vista científico, este metaanálisis a gran escala proporciona pruebas sólidas que cuestionan un temor común: que el uso frecuente de dispositivos digitales pueda debilitar la función cerebral. En cambio, los investigadores encontraron vínculos consistentes entre el uso de dispositivos digitales y mejores resultados cognitivos, en diferentes estudios, grupos de edad y entornos sociales. Esto cambia el debate del riesgo a la posibilidad.
En medicina y salud pública, estos conocimientos podrían ayudar a diseñar nuevas estrategias para un envejecimiento saludable. En lugar de desanimar a las personas mayores a utilizar la tecnología, los profesionales sanitarios podrían recomendarla cada vez más como una forma de mantenerse mentalmente activos, organizados y conectados. Las aplicaciones para recordatorios, calendarios digitales, navegación GPS o entrenamiento cerebral no solo pueden ofrecer un apoyo práctico, sino que también pueden ayudar a los usuarios mayores a mejorar su atención, memoria y capacidad para resolver problemas cotidianos.
En cuanto a los programas educativos y comunitarios, los resultados respaldan el valor de las iniciativas de alfabetización digital dirigidas a las personas mayores. Enseñar a los adultos mayores a utilizar aplicaciones de mensajería, buscadores o software de videoconferencia ya no es solo una cuestión de comodidad, sino que puede ser una forma de fomentar la participación cognitiva en la vida cotidiana.
A nivel social, el estudio también cuestiona los prejuicios contra las personas mayores, según los cuales las generaciones más mayores no pueden o no deben interactuar con las nuevas tecnologías. Con el apoyo adecuado, la inclusión digital podría convertirse en un factor clave para preservar no solo la agudeza mental, sino también la autonomía y el bienestar social de las poblaciones que envejecen.
En resumen, esta investigación destaca la creciente necesidad de replantearnos cómo concebimos el tiempo que pasamos frente a las pantallas en la tercera edad. Las herramientas digitales no suponen una amenaza cognitiva, sino una oportunidad.
Conclusión final: los hábitos digitales pueden influir en cómo envejecemos mentalmente
La nueva investigación sugiere que el uso habitual de herramientas digitales, desde teléfonos inteligentes hasta servicios en línea, puede ser algo más que una cuestión de comodidad para las personas mayores. En muchos casos, estos hábitos implican atención, organización, comunicación y aprendizaje, todos ellos relacionados con las habilidades cognitivas cotidianas.
En lugar de considerar la tecnología como un riesgo para la claridad mental, los resultados destacan su potencial para ofrecer estimulación cognitiva diaria. Tareas como navegar por una aplicación desconocida, configurar videollamadas o utilizar recordatorios pueden fomentar la concentración, la adaptabilidad y la confianza digital, especialmente para aquellos que no han crecido con estas herramientas.
La actividad digital no es una alternativa a la atención médica o la terapia, pero puede ser una de las muchas formas en que las personas pueden mantenerse mentalmente activas en la vejez. Ya sea explorando nuevas herramientas, manteniéndose en contacto con la familia a través de Internet o gestionando sus horarios con un dispositivo, estas pequeñas rutinas pueden ayudar a que el proceso de envejecimiento sea más interactivo y conectado.
Resumiendo, el estudio replantea el papel de la tecnología: no como algo que hay que evitar, sino como algo que, cuando se usa con un propósito, puede influir en cómo las personas viven sus últimos años de forma activa e independiente.