¿Se aprende la moral? Un estudio revela que los niños no tienen una predisposición moral innata
Durante décadas, los científicos han debatido si la moralidad es un rasgo humano innato o algo que se aprende a través de la interacción social y la experiencia. Ahora, un estudio internacional pionero ha dado más peso al argumento de que la moralidad no está presente desde el nacimiento. Tras analizar a más de 1.000 bebés de entre 5,5 y 10,5 meses de edad, los investigadores no descubrieron ninguna preferencia consistente por el comportamiento prosocial, un hallazgo que desafía suposiciones largamente sostenidas sobre los instintos morales innatos de los niños pequeños. Estos resultados sugieren que la moralidad se desarrolla más tarde en la vida, influida por el crecimiento cognitivo y los factores ambientales. Este estudio no sólo redefine nuestra comprensión de la psicología infantil, sino que también plantea nuevas preguntas sobre cómo evoluciona el razonamiento moral en la primera infancia.
Cómo se llevó a cabo el estudio
Según Neuroscience News, más de 1.000 bebés de entre 5,5 y 10,5 meses participaron en experimentos cuidadosamente controlados. Los investigadores les presentaron escenas animadas en las que un personaje ayudaba a otro a subir una colina, mientras que otro obstaculizaba el proceso. Los escenarios se diseñaron para que fueran sencillos pero atractivos, de modo que los niños prestaran atención.
Después de ver las escenas, se pedía a los niños que eligieran entre los personajes ayudantes y los obstaculizadores. Esta elección se facilitaba colocando representaciones físicas de los personajes (por ejemplo, juguetes o modelos en 3D) delante de los niños. A continuación, los investigadores observaron qué personaje alcanzaba o miraba el niño durante más tiempo. Estas respuestas se interpretaron como una preferencia, basándose en métodos establecidos en estudios de comportamiento infantil.
Los experimentos se realizaron en entornos controlados y los investigadores supervisaron cuidadosamente las reacciones de los niños para asegurarse de que ninguna señal externa influyera en sus decisiones. Por ejemplo, algunos bebés sonreían o mostraban entusiasmo hacia un personaje, mientras que otros parecían indecisos o indiferentes. El estudio también empleó protocolos rigurosos para eliminar posibles sesgos, como garantizar que el orden de presentación de los personajes fuera aleatorio. Además, los experimentadores se mantuvieron neutrales y evitaron influir en las decisiones de los niños mediante expresiones faciales o el tono de voz.
A pesar de los hallazgos anteriores que sugerían una preferencia por los personajes prosociales, este estudio reveló que las elecciones de los bebés se dividían por igual entre ayudantes y obstaculizadores. Este resultado sugiere que los bebés no prefieren sistemáticamente el comportamiento prosocial a una edad tan temprana.
Los resultados, publicados en la revista Developmental Science, destacan que no hay pruebas que apoyen el concepto de moralidad innata. Según el profesor Markus Paulus, catedrático de Psicología del Desarrollo y Psicología de la Educación de la LMU de Múnich, los niños menores de diez meses carecen de la capacidad de diferenciar entre acciones buenas y malas.
Instituciones participantes
Esta colaboración incluyó contribuciones de varias instituciones importantes, como:
- LMU Múnich (Universidad Ludwig Maximilian de Múnich): Laboratorio Markus Paulus, PD Dr. Tobias Schuwerk)
- Universidad Ruhr de Bochum
- Universidad de Gotinga
- Universidad de Leipzig
- Escuela TUM de Ciencias Sociales y Tecnología
- Instituto Max Planck para las Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas.
Investigaciones anteriores
Estudios anteriores sugerían que los bebés de pocos meses podían reconocer las acciones moralmente buenas y preferían a los personajes serviciales. Estos resultados se consideraron pruebas de una moralidad innata. Sin embargo, las críticas metodológicas y la inconsistencia de las réplicas suscitaron dudas, lo que motivó este estudio a gran escala.
¿Qué hace único a este estudio?
Escala y colaboración. La mera escala del estudio -pruebas a más de 1.000 bebés – lo distingue de los demás. Además, la colaboración entre 40 equipos de investigación garantiza el rigor metodológico y reduce los sesgos que podrían surgir en estudios más pequeños realizados en un solo laboratorio.
Esfuerzo de replicación sólido. A diferencia de estudios anteriores, esta investigación abordó directamente metodologías previas y las probó en diversos entornos y poblaciones, lo que aumentó la fiabilidad de los resultados.
Marco innovador. El uso de configuraciones experimentales idénticas en varios laboratorios garantizó la coherencia, mientras que la innovadora colaboración mundial permitió probar las diferencias culturales y regionales.
Conclusiones clave del estudio
- No hay preferencia por el comportamiento prosocial: Los bebés no mostraron una preferencia constante por los personajes que ayudaban a los demás, lo que cuestiona la creencia en una moralidad innata. Por ejemplo, un bebé puede tender la mano con entusiasmo al personaje obstaculizador tras parecer divertido por sus acciones, mientras que otro puede favorecer al ayudante debido a un aparente interés por sus movimientos.
- El desarrollo de la moralidad se produce más tarde: Los resultados sugieren que la comprensión moral probablemente se desarrolle tras el primer año de vida, influida por la socialización y el crecimiento cognitivo. Por ejemplo, un niño pequeño que observa a sus padres mostrando empatía hacia un hermano puede empezar a imitar comportamientos similares a medida que mejoran sus capacidades cognitivas.
- Variabilidad entre los bebés: Las diferencias individuales en las elecciones demuestran que las preferencias morales tempranas, si existen, no son universales. Por ejemplo, algunos niños pueden responder más al atractivo visual de un personaje que a su comportamiento.
- Implicaciones para la interacción entre padres e hijos: Los padres y cuidadores desempeñan un papel crucial en la formación de la comprensión moral a medida que los niños crecen. Por ejemplo, los padres que refuerzan constantemente el valor de ayudar a los demás durante las interacciones cotidianas pueden fomentar las tendencias prosociales en sus hijos.
- Contradicción con estudios anteriores: Los resultados se oponen claramente a conclusiones anteriores, lo que obliga a reevaluar las metodologías empleadas en investigaciones anteriores. Por ejemplo, los estudios anteriores podrían haber sesgado involuntariamente a los niños al utilizar diseños más atractivos para los personajes prosociales.
Comprensión de la moral y el desarrollo cognitivo
Papel de las habilidades cognitivas. El estudio subraya la conexión entre la comprensión de la moral y el desarrollo cognitivo. Los bebés carecen de la capacidad de procesar conceptos abstractos como «ayudar» u «obstaculizar». A medida que sus cerebros maduran, surgen estas capacidades, normalmente influidas por las interacciones con sus cuidadores y compañeros.
Por ejemplo, a medida que se desarrollan las habilidades lingüísticas, los niños empiezan a comprender y expresar conceptos de justicia y bondad. Un niño de dos años puede decir: «¡Eso no está bien!» cuando ve que otro niño le quita su juguete sin permiso, lo que refleja su creciente comprensión moral.
Factores del neurodesarrollo. Las regiones del cerebro responsables de la empatía y la toma de decisiones, como la corteza prefrontal, están aún poco desarrolladas en los bebés. Esta limitación biológica explica probablemente la ausencia de preferencias morales coherentes. A medida que los niños crecen, la maduración de estas áreas cerebrales les permite realizar razonamientos morales más complejos.
Por ejemplo, los estudios demuestran que los niños mayores resuelven mejor los dilemas morales, como decidir si comparten una golosina con un amigo o se la quedan para ellos. Esta progresión subraya la interacción entre el neurodesarrollo y el comportamiento moral.
Importancia para la ciencia, la medicina y la sociedad
Impacto científico. Esta investigación cuestiona un pilar fundamental de la psicología del desarrollo y lleva a los científicos a replantearse los supuestos sobre el desarrollo moral temprano. También subraya la importancia de los estudios de replicación a gran escala para validar los hallazgos.
Implicaciones médicas y educativas. Para los pediatras y educadores, comprender que la moralidad es aprendida y no innata podría servir de base a las estrategias de los programas de educación e intervención en la primera infancia, centrados en fomentar el comportamiento prosocial.
Relevancia social. Los resultados sugieren que los valores morales son moldeados por la cultura, el entorno y la socialización más que por la predisposición biológica. Esto destaca el papel de los padres y las influencias sociales en la formación de individuos éticos.
Conclusiones: Repensar la moral infantil
Este estudio histórico ha reformulado nuestra comprensión de la moralidad en la infancia, demostrando que los bebés no muestran preferencias morales innatas. Al subrayar la importancia del desarrollo social y cognitivo, los resultados abren nuevas vías de investigación en la psicología del desarrollo y destacan el papel fundamental de las influencias ambientales tempranas en el aprendizaje moral.
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